Sud Aca Opina

Memoria perdida

No me refiero a como los avances tecnológicos muchas veces nos obligan a mirar hacia el futuro, olvidándonos por completo de nuestro pasado. Estoy seguro de que, en cualquier encuesta callejera, los encuestados sabrían responder más preguntas relacionadas con tecnología que con historia. De gigas, megas, hd, smart phones, instagram… no existirían grandes misterios, pero de personajes, hechos y fechas del pasado, tanto mundial como local, de seguro adoptarían cara de signo de interrogación. En general, salvo algunos académicos e historiadores, la sociedad ha entrado en un proceso de amnesia progresiva.

 

¿Cuántos de nosotros conocemos los nombres de nuestros 8 tatarabuelos o sabemos algo de sus historias de vida?

Ni hablar de los pueblos originarios, ¿qué es eso?

Tampoco estoy entrando en alguno de los síndromes asociados al alargamiento artificial de la vida. Artificial porque si no fuese por los medicamentos que nos transforman en farmacias ambulantes, no estaríamos superando los 80, 90 y hasta 100 años de vida. Muchos de nosotros debemos convivir con quienes nos dieron la vida, aunque ellos lo olviden gradualmente. El Alzheimer y la demencia senil quizás siempre existieron, pero no teníamos real conciencia de estas patologías sino hasta vivirlas y enfermarnos nosotros mismos del cada vez más conocido «síndrome de acompañante».

Llegará el día en que olvidaremos donde dejamos los lentes, al punto de enojarnos con quien, según nosotros, nos los robó o escondió solo para molestarnos como siempre, a pesar de tenerlos colgados del cuello, pero nos acordemos con lujo de detalles de algunos compañeros de nuestra época pre escolar.

Mi memoria perdida es la tarjeta extraíble de 32 gigas donde suelo guardar fotos, videos, escritos, links interesantes… He escuchado en más de una ocasión, que se escribe lo que se quiere olvidar, cosa que me parece relativamente razonable porque al escribirlo, se libera la memoria para recordar otras cosas. ¿Qué? Ni idea. Tenía escritos y guardados en la tarjeta un par de artículos, pero obviamente no me acuerdo de que trataban, lo que me dio la oportunidad de escribir este, para divagar sobre la memoria.

En el mundo digital, lo que importa no es el hardware, lo físico, sino el software, lo inmaterial de los archivos, por lo que no lamento haber perdido la tarjetita, sino su contenido.

En la vida real fuera de la tecnología computacional, también se pierden recuerdos con el paso del tiempo. La vejez no solo va matando la capacidad neuronal de archivar experiencias para transformarlas en recuerdos, sino que, como un adelanto de la muerte física, poco a poco se van muriendo los recuerdos.

Para lo de mi tarjeta, el lunes pretendo acordarme de comprar otra y en el futuro trataré de ir haciendo respaldos de vez en cuando como para no perder tanta información, cosa que, conociéndome, es bastante poco probable. Para mis recuerdos mentales, lamentablemente no existe alternativa, poco a poco el pasado se irá desdibujando para vivir un presente cada vez más acotado y sin futuro. Pesimista, pero realista.

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