Diario de Origami

Mis cenizas serán las palabras esparcidas en los libros

 

Praga, 30 de abril de 2010

En el umbral del estreno me requieren que cuente de qué va la obra. Y yo qué digo ahora. Bastante he tenido con resolver las diferencias entre el director y el autor. Mientras me debato en busca de la respuesta, desde el escenario los actores, bajo las pieles de sus personajes caleidoscópicos, me sonríen con condescendencia. Sus dientes brillan como pétalos blancos.

Origami es la historia de un beso. Un beso entre dos niños de siete años. Desde su origen y las causas que lo motivaron hasta el reencuentro y el recuerdo súbito que todo lo vuelca. Origami es, salvando las distancias que no son pocas, es como Hamlet pero con un final distinto. En Origami, Hamlet no muere al final. Tampoco su madre. Ni Ofelia. Sobreviven. Lo logran. A pesar de todo. Sólo muere Laertes. Exterminado. Como Hamlet pero con un final distinto, salvando las distancias, repito. Pero qué más dan las interpretaciones.


Praga, 3 de mayo de 2010

En Praga, los ensayos se duplican. Encerrado en el teatro, pierdo la noción del tiempo. Los ensayos comienzan por la mañana y no vuelvo a ver la luz del día hasta que atardece. Los actores, la escenografía y el vestuario, las luces y el audio… Las noches me susurran en los oídos y en la cama, los sueños acuden opíparos.

En Dublín, los actores de Mosaico Mercurio se reúnen con Esther Ríos y Javier Alonso, que volaron a la capital irlandesa unos días antes para preparar la semana de funciones de Noel Road 25: a genius like us en el Festival Internacional de Teatro Gay de Dublín. Envían fotos. Parecen felices. Y yo, gracias a ellos.

Y en Caracas… Y en Madrid…

 

Praga, 4 de mayo de 2010

Desaparece uno de los libros destrozados de la escenografía. Nadie sabe dónde está. Quién podría querer un libro agujerado. Para qué sirve. Sin lugar a dudas, han sido los fantasmas de la cafetería. O los del pozo, el pozo tapado que mantiene su vacío sellado desde el siglo XIX o quizás desde antes. Mejor creer que son los fantasmas de la cafetería, a esos los conocemos; a los del pozo no, nadie los ha visto aún. La noche que Milan Hein me mostró el teatro, me dijo ante el pozo cerrado: “Nadie sabe qué contiene”. Como los hoyos rectangulares excavados en el sueño de Aldo.

 

Praga, 6 de mayo de 2010

Desde Caracas, bellas palabras. Quién me habría dicho hace una década que algún día recibiría tanto cariño y de tan lejos. Aquí y ahora, no lo cambio por nada. Saber que las palabras se abren en meridianos diferentes de un mismo mundo da mucho sentido a la vida. No todo, claro está, pero sí mucho, casi incontenible, en el pecho, que te obliga a respirar hondo y sonreír con los ojos. O llorar. No lo sé pero qué más da. Lo que sé es que mis cenizas serán las palabras esparcidas en los libros.

 

Praga, 7 de mayo de 2010

La escena final, el infierno desencadenado. Los cuatro actores en escena generan, generan, generan y generan. Generar de generosidad. Y la dirección los abraza en un nenúfar de fuego y el escenario arde.

A una semana del estreno. Vamos a llegar y lo vamos a hacer con los ojos en llamas.

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