Velaí! Voici!

Multitarea

Continuamos a tope, en modo multitarea. Pienso que no soy la única persona que anda dividida en tropecientos proyectos. En el ámbito cultural y de las artes escénicas, en el territorio en el que me muevo, Galicia, no basta con el trabajo, porque no hay una red que sostenga o ampare lo que se hace y, a veces, parece que todo cae en saco roto y hay siempre que volver a empezar. No voy a quejarme, solo a constatar un hecho con múltiples causas y múltiples derivadas.

 

La cuestión es que ningún profesional de las artes escénicas en Galicia, y supongo que en muchos otros lugares pasará algo muy parecido, puede conseguir que su trabajo funcione limitándose a las competencias exclusivas de su perfil laboral y a un horario equilibrado. No es como una dentista, un albañil o una profesora de matemáticas, que realizan su trabajo, dentro de su jornada laboral y cuando acaban, acabaron y sanseacabó. Una directora escénica, una actriz o un profesor de dramaturgia, dentro del contexto sociocultural y lingüístico gallego, además de desarrollar las competencias de su perfil profesional, tienen que hacer militancia cultural y realizar muchas otras tareas. Actividades que colaboren en que su trabajo tenga visibilidad y pueda alcanzar los objetivos legítimos que, en condiciones adecuadas y justas, le corresponderían.

Sin embargo, los daños colaterales de la vida multitarea, y de compaginarla con labores de militancia cultural, son evidentes: dispersión, falta de concentración, lo cual puede redundar en descuidos y en obras o proyectos menos sopesados y madurados.

A esto hay que añadir el empacho de información y comunicación simple, que las redes sociales y las herramientas tecnológicas implementaron. También la aceleración creciente en las realizaciones. Cada vez hacemos más cosas en menos tiempo.

En ese contexto, resulta difícil encontrar momentos para pensar, para concentrarse viendo un espectáculo o leyendo un libro, para analizar y profundizar en lo que se hace. Si cuadra, por eso se ha incrementado la oferta de cursos de Mindfulness, de meditación y de otros recursos que, en una vida sana y más o menos equilibrada, se darían por sí solos.

Salimos del mes de agosto, que se supone que es el período de desconexión. Pero la profesión de las artes escénicas (en cualquiera de sus áreas), difícilmente ha podido permitirse desconectar.

Tener trabajo no es malo, aunque la etimología, según el diccionario de Joan Corominas, señale: “Trabajar ‘sufrir’, ‘esforzarse, procurar por’ […]. Del latín vulgar ‘tripaliare’ ‘torturar’, derivado de ‘tripalium’, ‘especie de cepo o instrumento de tortura’”. Escribe Corominas en su diccionario que “trabajo” conserva, en la Edad Media y aún hoy, el sentido etimológico de ‘sufrimiento, dolor’.

Velahí que lo que debería ser un placer, por vocación, formación y pasión, las artes escénicas, acaba por ser, muchas veces, una tortura, cuando no se puede ejercer en las condiciones adecuadas.

Para que los procesos, los resultados y las personas no se resientan, sería importante reivindicar la palabra profesión, más que el “tripalium” de la multitarea. Profesión, de profesar, declarar o enseñar en público, profesor, profesional, quien tiene oficio.

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