Críticas de espectáculos

Mi nombre es Género / Sara Jiménez Fernández / Samarkanda Teatro

Ingeniosa pieza teatral

Auspiciado por el Programa D`rule de la Diputación de Badajoz y el Ayuntamiento de Don Benito fue representada (con muy buena organización, respetando los protocolos sanitarios) en el Teatro Imperial «Mi nombre es Género«, obra teatral que forma parte del activo repertorio de espectáculos puestos en gira -en este complicado tiempo de pandemia que trae de cabeza a muchos artistas- por la veterana compañía almendralejense Samarkanda Teatro.

 

«Mi nombre es Género«, que está escrita por Sara Jiménez Fernández, joven actriz emeritense -que se estrena como autora teatral- es una ingeniosa pieza dramática de clara intencionalidad didáctica en su propuesta de fomentar en los jóvenes la paridad de géneros, entendida como igualdad de derechos, responsabilidad y oportunidad de mujeres y hombres. La neófita autora, que hace cuatro años ya había dado sus primeros pasos en dramaturgia con el espectáculo de teatro-magia «¡Badidiblú!«, consigue aquí un sugerente ensayo teatral contemplado a modo de «mirada científica», objetivo y realista, sobre las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer.

Un trabajo de juego dramático que no es el de la dramaturgia inmadura que quiere decirlo todo desde el principio e intoxica la obra de conceptos y estéticas amontonadas e inconexas, sino un trabajo logrado con una síntesis de fresca inventiva de narración, a través de sus personajes, que elabora la actual visión en los roles del género y la problemática que les rodea. Un trabajo hecho desde la transparencia, sutileza y finura de situaciones que provocan un interés que rebosa ideas y sentimientos dignos del mejor estímulo a nivel temático, al que no le faltan observaciones críticas, que llevan al espectador juvenil y adulto a que sienta la necesidad de reflexionar seriamente sobre la identidad personal, la de que tenemos que aceptar como somos lejos de las imposiciones sociales. Un trabajo al que, además, le otorga cierta singularidad un juego verbal casi en la línea de teatro del absurdo.

La puesta en escena, de Fermín Núñez, que recorre con nervio una rica gama de instancias para las actuaciones con diferentes tonos y ritmos, está ambientada por una variedad en juego de elementos artísticos sencillos pero atractivos -escenográficos, de utillería, de indumentaria, de máscaras y marionetas, realizados por Luisa Santos– que marcan los cambios de situaciones. Núñez consigue un montaje coherente y limpio, con un clima apropiado -que conduce al punto objetivo de la obra- y con una dirección espléndida de actores armonizada en el conjunto de sus acciones de modo progresivo y enriquecedor, muy agradable de ver.

En la interpretación, los dos únicos actores -la autora Sara Jiménez y Arturo Núñez que interpretan los personajes Marimac(ho) y Amanerad(o), respectivamente, están llenos de vitalidad y entusiasmo. Componen lúcidamente sus tipos y llenan de organicidad sus roles. Se mueven con convicción, con destreza física (a veces casi coreográfica), aptitud de transformación, coordinando el gesto, matizando la dicción. Y se crecen también con otros recursos creativos desdoblándose en personajes-marionetas. Son actores jóvenes que evidencian una entrega y una ilusión teatral y confirman que van a más en su plenitud corporal al servicio de una puesta decorosa y dinámica.

José Manuel Villafaina

 

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