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‘Ninette y un señor de Murcia’ en el Teatro Fernán Gómez de Madrid

La comedia ‘Ninette y un señor de Murcia’ de Miguel Mihura, dirigida por César Oliva e interpretada por Julieta Serrano, Miguel Rellán, Natalia Sánchez, Javier Mora y Jorge Basanta, podrá verse en el madrileño Teatro Fernán Gómez del 14 de enero al 14 de febrero.

 

La Sala Guirau del Fernán Gómez acogerá del 14 de enero al 14 de febrero la nueva producción del clásico de Miguel Mihura ‘Ninette y un señor de Murcia’. Producida por la compañía murciana La Ruta Teatro en coproducción con el Teatro Circo de Murcia y SEDA, la comedia regresa a los escenarios dirigida por César Oliva y con un reparto formado por Julieta Serrano, Miguel Rellán, Natalia Sánchez, Javier Mora y Jorge Basanta.

‘Ninette y un señor de Murcia’ cuenta la historia de Andrés (Jorge Basanta), un señor de Murcia, que viaja a París con el fin de vivir una aventura, tras recibir una herencia. Es el prototipo de español reprimido y banal, que piensa que la libertad que no disfruta en su país está en Francia. Por mediación de un amigo, Armando (Javier Mora), se instala en un piso de un barrio popular, propiedad de Pedro (Miguel Rellán) y Bernarda (Julieta Serrano), exiliados desde la guerra civil, y padres de Ninette (Natalia Sánchez), una típica francesita, con la que Andrés vive una relación erótica en su primera noche. A partir de allí se producen una serie de acontecimientos que imposibilitan que el señor de Murcia baje siquiera a la calle a ver su anhelado París. Culpa principal de tales dificultades la tiene los encantos de la joven y el ingenio que despliega para mantener a su lado a un español que se convierte en proyecto de matrimonio convencional.

En palabras del director César Oliva, la obra se estrenó en 1964, cuando el régimen de Franco alcanzaba los 25 años de paz, según eslogan que popularizó la dictadura. «La España de entonces todavía vivía sumida en un sistema de valores en los que la sexualidad permanecía al margen de cualquier manifestación externa; en ese sistema de valores, la represión era moneda de uso corriente. Para terciar en el tema, Miguel Mihura, que era un escritor de comedias, no un filósofo ni un teórico de la literatura, inventó la historia de un provinciano que viaja ilusionado a Paris para pecar. En ese sentido, la obra contiene una profunda y turbia raíz erótica que, medio siglo después de su estreno, se manifiesta espléndida y sugestiva».

Desde La Ruta Teatro resaltan que para Miguel Mihura, «el humor es un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone uno en el sombrero; un modo de pasar el tiempo. El humor verdadero no se propone enseñar o corregir, porque no es ésta su misión. El humor es verle la trampa a todo, darse cuenta de por dónde cojean las cosas; comprender que todo tiene un revés, que todas las cosas pueden ser de otra manera, sin querer por ello que dejen de ser tal como son, porque esto es pecado y pedantería. El humorismo es lo más limpio de intenciones, el juego más inofensivo, lo mejor para pasar las tardes. Es como un sueño inverosímil que al fin se ve realizado».

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