Y no es coña

Pensar

Cuando en la nomenclatura vuelven algunos de los nombres que parecían amortizados o simplemente con un destino diferente, es que vamos navegando en círculo. Para que no nos confundamos: cambiar tres veces de titular en el Ministerio de Cultura del Gobierno de España en apenas cinco años, es una falta de respeto a la Cultura. Se mire por donde se mire. Y sin acritud. Porque los cambios no han respondido a un criterio, a un plan estratégico, a una decisión de mejora, sino a una circunstancia, a una coyuntura que tiene que ver con asuntos internos de partido o gobierno, sin pensar en su proyección exterior y en los efectos que puede desencadenar en el sector y en cómo se recibe en la sociedad.

En nuestro ámbito estos cambios nos han llevado a vivir en un constante sobresalto. Planes, proyectos, convenios que se han ido construyendo y destruyendo, aunque nada más sea que en el terreno virtual, es decir en el territorio de las expectativas, donde se siembran esperanzas y se acaban recogiendo frustraciones. Estamos hablando de un estado de cosas que requieren no solamente de un diseño, un consenso, un apoyo gremial, sino de una convicción política para su desarrollo y ahora mismo, con la crisis económica como gran coartada, podríamos convenir que está la profesión entera esperando noticias de un lugar que se va haciendo cada vez más opaco. Un lugar, el INAEM, Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, que mirado en una primera aproximación nos traslada unas décadas atrás, porque las personas que están al frente de los lugares de decisión ya estaban antes, y ahora vuelven a estar y parecen llegar con una consigna aniquiladora de cualquier vestigio de todo lo hecho y apalabrado por el equipo anterior,  aunque fuera bueno, necesario y aplaudido por las partes concernidas.

No es de recibo cambiar las normas sin atender a quienes les afecta los cambios o los nuevos puntos de vista. Han cambiado de caballos en plena travesía del río, pero la pregunta es ¿se sabía hacía donde iba la caravana? ¿Se sigue la misma ruta o debemos mirar hacia dónde sopla el viento para adivinar los nuevos objetivos? Encontramos actitudes que pensábamos arrumbadas por el desarrollo democrático. Quisiéramos creer que se trata de impresiones apresuradas, de reacciones a momentos de incertidumbre, de tics defensivos por la sensación de desembarco y de encontrarse con situaciones poco esperadas que tienen bastante difícil solución sin herir sensibilidades o sin provocar desafectos.

Pero recordemos a todos los que tienen la suerte, desde su carrera funcionarial o política, de poder servir a la Cultura y a las Artes Escénicas, que siendo ellas y ellos (los funcionarios o políticos) muy importantes, son lo más perecedero de todo el sistema. Que sepan que ahora mismo van a tener una pléyade de aduladores, que les va a sonar mucho el teléfono, que les saldrán amigos múltiples y les invitarán a inauguraciones, congresos y otros saraos pero que mañana, es decir mañana martes mismo,  pueden volver a otro lugar menos vistoso. Les recomendamos con humildad que adopten en su nuevo destino una actitud receptiva, que siempre será mejor que atrincherarse en una especie de soberbia sobrevenida.

Los que llevamos muchos quinquenios luchando por una Cultura democrática, protegida, de calidad, universal y sin distingos por idioma, territorio o clase, hemos conocido a tantos ministros, ministras, tantos directores generales, tantos subdirectores, consejeras, asesores, gabinetes de prensa o comunicación  que sabemos descifrar en una primera mirada las intenciones básicas de los recién llegados. Pero es que si además ya los conocíamos de antes, entonces nos sentimos autorizados a mostrar en público nuestros pensamientos basados en certezas. A lo mejor el círculo que se cierra ahora sea simplemente una ilusión óptica y estemos ante una espiral que asciende hasta lugares mucho más lúcidos. Les concedemos el beneficio de la duda, y les apoyamos para que consigan encontrar esa luz que les guíe en sus decisiones. Los presupuestos son muy importantes, pero su aprovechamiento de manera eficaz es la parte que les corresponde ejecutar que tiene bastante influencia en lo de hoy y en el futuro. Y, lo siento mucho, las Artes Escénicas nos sobrevivirán a todos. Que nadie se asuste. Lo malo es ver cómo algunos logros se van destruyendo sin una alternativa clara. Como dice Pep Guardiola a sus futbolistas. “pensar más para correr menos”. No seamos extremistas. Pensemos un poco, que ya será un progreso

 

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