Velaí! Voici!

Pier Paolo Pasolini & Luis Miguel Cintra. Teatro de la dialéctica antidogmática

El teatro de la palabra como cerebro e inteligencia expandida, como máquina de pensamiento común, público, social. El escenario y la platea como espacios de transmisión energética de contestación revolucionaria. La dramaturgia como ingeniería en la que se disponen los canales de un pensamiento dinámico. La acción escénica como estímulo contra el conformismo y la sumisión.

La actitud crítica del teatro de Pier Paolo Pasolini ha vuelto a los escenarios del eje atlántico peninsular de la mano de LUIS MIGUEL CINTRA en una coproducción entre el Teatro da Cornucópia y el Teatro Nacional Dona Maria II de Lisboa, junto al Teatro Nacional Sāo Joāo de O Porto, ciudad en la que estrenaron PÍLADES (1966-1970) el 18 de septiembre de 2014, una tragedia que mezcla rapsodia y política.

Sobre un fondo de nubes pintadas, de enorme vivacidad, que hace de Argos un lugar de lugares, se sitúan las diatribas de esta continuación que Pasolini le da a la ORESTÍADA de Esquilo.

El fondo de nubes. El proscenio blanco con unas escaleras a ambos lados que bajan del escenario elevado al nivel de la platea. Una escenografía de Cristina Reis con una zona frontal semejante al muelle de un puerto, dispone la escena entre el cielo y el mar. En el mar estamos situados los miembros del público y en el escenario la palabra de Pasolini es como los ríos caudalosos que van dar a la mar.

Un actor, Isac Graça, con vestido de mujer, está sentado en el pantalán del proscenio y echa su caña de pescar hacia la platea. Tras él, en el escenario, comienzan los parlamentos dialécticos respecto a la llegada de Orestes y a la organización del nuevo gobierno de la ciudad.

Luis Miguel Cintra recoge fragmentos de la obra UM PEIXINHO (1957) y de PROJETO PARA UM ESPETÁCULO SOBRE O ESPETÁCULO (1965) de Pasolini, que sitúa como contrastes para multiplicar la potencia teatral de PÍLADES.

El simulacro ejecutado por el actor vestido de mujer integra fragmentos textuales que generan un contraste cómico respecto al encuentro de Orestes con la población de Argos.

El trabajo de Isac Graça cumple una función semejante a la de los bufones shakespearianos, al tiempo que representa las ansias populares más comunes y vitalistas, ligado a un presentismo absoluto, frente a las preocupaciones que inundan a aquellos que esperan por Orestes y sus decisiones tensadas entre un pasado que reclama venganza y un futuro que pugna por liberarse de esa hipoteca reclamada por Electra.

Los números cómicos y de cabaré, insertados en PÍLADES, nos ofrecen un contrapunto irónico que enriquece el debate de ideas, casi atemporal, al añadir una revisión de temas musicales que nos remiten a épocas de transición y construcción de la sociedad contemporánea. «Ma l’amore no» de Giovanni d’Anzi, cantada por Alida Valli en el film Stasera niente di nuovo (1942) de Mario Mattoli. La canción popular «Faccetta Nera», tocada por un acordeón (transformada por el fascismo en himno militar). «Nessuno ti ama» de Mondo Marcio. Grabaciones de época de la canción revolucionaria «I ribelli della montagna», con letra de Emilio Casalini y música de Luciano Rossi. La canción «Giovinezza» que se transformó en himno nacional fascista italiano. E incluso una versión de los años setenta de «Ma l’amore no» de Adriano Celentano, entre otras músicas que constituyen un espacio sonoro pleno de resonancias contextuales.

Orestes busca aquí los auspicios de Atena, de la razón (Las Euménides) en oposición a las pasiones funestas (Las Furias). Argos quiere la prosperidad y el progreso. El lucro substituye a los viejos dioses.

Los personajes funcionan como alegorías, representación de ideas. La escenificación lo marca dejando a Pílades y a Orestes como siluetas sobre el muelle, en el primer discurso que Pílades da a Argos, mientras ilumina al coro que representa a los ciudadanos sobre el fondo celeste.

Orestes ha sido indultado de sus crímenes por el primer tribunal humano bajo el auspicio de la razón, representada por Atena, nacida de la cabeza de Zeus. Su llegada a Argos supone una dualidad al rechazar la religión de los antepasados vinculándola a la pobreza y al inmovilismo (las antiguas Furias), frente a un gobierno que se base en la razón y en un pragmatismo que impulse el crecimiento y la prosperidad.

Los parlamentos en verso de Pasolini fraguan un diálogo discursivo-persuasivo de confrontación y disputa entre Orestes y Pílades polarizando ambas posiciones.

Presionado por Orestes, Pílades afirma que han hecho de la razón de Atena una religión que viene a substituir a la antigua religión. La institución de una democracia parlamentaria, representada por ciudadanos electos, substituye a la monarquía absoluta y se pone al servicio de un bienestar basado en el lucro.

Orestes pide a los ciudadanos electos de la nueva Argos que juzguen a Pílades, que trae consigo los miedos y las pasiones de las Furias vengativas.

Pero después del juicio que condena a Pílades y de su marcha de Argos, Orestes ve a las Furias, cuya vuelta ya le había anunciado su amigo.

La escena del encuentro entre las tres Euménides y Pílades tiene lugar sobre un fondo que tornó el cielo azul en una lámina dorada. Los vestidos negros y los cabellos hirsutos conjugan con una interpretación estilizada hacia un personaje coral alegórico que anuncia con ironía el futuro.

Electra sigue clamando por las viejas costumbres y reclamando los antiguos ritos, estableciendo un paralelismo con Pílades y una tensión de contraste con su hermano Orestes.

Pasolini hace de Orestes la alegoría de la razón, empleada para mantener, de manera argumentada y justificada, un poder y un orden no igualitario que se ponga al servicio del lucro.

La tensión ideológica Pílades / Orestes enfrenta dos concepciones antagónicas (pasión / razón), vinculadas por un modelo religioso y acrítico. Ambas perspectivas se basan en una creencia y una fe dogmáticas, ya sea de la pasión y de los temores a la justicia divina, ya sea en la razón de una justicia humana que culpa y absuelve pero no es capaz de llenar el vacío existencial en los momentos críticos de las personas.

En el estudio de William Van Watson, reproducido en el programa de mano del espectáculo del TNSJ, se afirma: «La obra comienza con la caída del fascismo, representando Argos a Italia, después de la Segunda Guerra Mundial, a la espera de un nuevo gobierno. Egisto y Clitemnestra han sido matados, tal como Mussolini fue asesinado y la monarquía italiana disuelta. Orestes llega para trazar un nuevo orden, ‘que trouxe de uma naçāo mais avançada, / para a minha, ainda rural e obcecada / com a pobreza e a religiāo’. La ‘nación más avanzada’ es una referencia a Estados Unidos y, en ese orden de ideas, Orestes ofrece a Argos la democracia. Él declara: ‘A nova revoluçāo nāo é obra / deste ou daquele homem, ou de um grupo deles: / é obra da cidade inteira!’ De forma semejante, toda la población de Italia votó como un todo por la república y por la constitución. Este triunfo de la democracia inaugura una era de positivismo y Argos comienza a prosperar materialmente, creando una economía basada en el capitalismo.»

Pero unas líneas más adelante se advierte: «[…] Pasolini ataca declaradamente la afirmación de Marx de que ‘la religión es el opio del pueblo’, acusando a la clásica ideología comunista de promover el mismo materialismo reductor vehiculado por el capitalismo burgués. Ambos son producto de la razón y presuponen una insuperable decadencia universal.»

El poder utiliza la razón para imponer un orden.

En una entrevista Pasolini criticaba la instrumentalización de la razón restringiendo las potencialidades de la inteligencia humana a la utilización práctica de las cosas, a un pragmatismo que limita el conocimiento y la ciencia reduciéndolos a la técnica para una rentabilidad crematística.

Pasolini habla de la «inteligencia como poesía, sabiduría, fantasía, intuición» y contesta que la razón limita la inteligencia «porque excluye todo aquello que no se puede comprender, rechazándolo para la categoría de lo incognoscible. Excluye, por ejemplo, el inconsciente. En el inconsciente no tiene validez el principio de no contradicción, que es el pilar de cualquier lógica racionalista; en consecuencia, la razón burguesa recusa el inconsciente.»

En la razón burguesa no hay compromiso humano sino enajenamiento en función de las ganancias. Sin embargo, las pasiones y los sentimientos comprometen a la persona, aunque no de un modo necesariamente constructivo, por ejemplo el sentimiento de un patriotismo atávico fascista que empuja a los soldados a la valerosa lucha.

En PÍLADES, pese a los binarismos de oposiciones ideológicas representados por la tríada protagonista de la obra: Pílades el radical, Electra la reaccionaria, Orestes el moderado y sensato. Electra como alegoría de lo espiritual, Pílades de lo animal, Orestes de lo cerebral… Pasolini consigue una dramaturgia anti dogmática en la que las fichas del juego parecen moverse en tablas y permanecer al arbitrio de nuestro juicio.

La escenificación de Luis Miguel Cintra, además, al reforzar la dramaticidad, en lo que ésta tiene de voz objetiva (estilo directo libre), contrarresta el egocentrismo monológico y la pulsión rapsódica que son evidentes en el texto. Velahí una propuesta inteligente que, en vez de redundar en el marcado estilo del texto, lo compensa con la máxima verosimilitud en la interpretación actoral, hacia el realismo que no es un espejo burgués sino un realismo de las ideas, un darles cuerpo y movimiento, un transformarlas en verdaderos actantes. Mientras, deja para la escenografía y la iluminación esa dimensión universalizante y atemporalizadora que viene de los mitos.

Curiosamente, la estructura dialéctica de la obra, asentada en el encadenamiento rapsódico de monólogos que exponen tesis y antítesis en diálogo, queda sin una resolución trágica e instaura la humana duda como final:

«Pergunto-me a mim mesmo

porque é que, sendo uma tragedia,

nāo se fecha com novo sangue?

Pergunto-me a mim mesmo que sentido tem

a intriga de uma vida

que tanto buscou algumas verdades

desfazer-se agora

em pura e simples incerteza?»

Agradecemos a Luis Miguel Cintra la oportunidad que nos brinda de poder ver en escena una obra como PÍLADES de Pier Paolo Pasolini, igual que en la temporada pasada IÓN de Eurípides. Dos metáforas bastante directas de las situaciones en las que se ve inmersa nuestra sociedad actual.

¡Dos espectáculos que son un auténtico lujo!

Afonso Becerra de Becerreá.

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