Diario de Origami

Praga, 11 de enero de 2010

Praga, 11 de enero de 2010

El tranvía se detiene en seco entre las paradas de Letohrádek y Malostranska. Una máquina quitanieves despeja la vía con la parsimonia típica del lunes por la mañana. No quiero llegar tarde a la primera reunión con todo el equipo. La catenaria restalla y, por una décima de segundo, el interior del tranvía se llena de luz. La quitanieves cede el paso y el tranvía desciende por el Foso del Ciervo hacia la Ciudad Vieja. Cruzo a pie la Plaza Vieja y entro en Divadlo Ungelt. En el sótano del edificio, entre cimientos románicos del siglo XI, se emplazan la cafetería y la sala del teatro.

Milan Hein, un Señor del Teatro, así en mayúsculas, abre la reunión. Tras la presentación del equipo, catorce personas en total, Milan me cede la palabra. Comento la obra y las intenciones de dirección. El montaje girará en torno a una desaparición. ¿Qué ha pasado con Dalia?: ese será el enigma de partida. Dejo claro que durante los ensayos no contaremos con la presencia del autor y cito a Michael Haneke: “Siempre me ha gustado crear en el cine el tipo de libertad que se tiene cuando se lee un libro, donde se dan infinitas posibilidades imaginativas. Las imágenes van surgiendo en la mente. Siempre llenamos la pantalla con nuestras propias vivencias. Lo que vemos proviene de nuestro propio interior”. Expongo el deseo de que recrear entre todos una terrible planta carnívora que gime y se retuerce en el espacio hasta autofagocitarse sobre el escenario. Con tal fin, sembraremos en el tiesto tres semillas: el amor, la creación y el poder. Y comenzamos la lectura primera de la obra. “Divadlo Ungelt. Origami de Carlos Be. Traducción del catalán al checo de Eva Hlavková. Acto primero. ‘No hay forma humana de detener los pensamientos’, Henrik Ibsen, Hedda Gabler.” Todo ello en checo, por supuesto.

Y habla Aldo. Aldo es Pavel Batĕk, actor de la compañía de Divadlo na Vinohradech. No puedo ocultar mi excitación ante quienes encarnarán a los personajes. Vilma Cibulková interpreta a Klaudie. La he podido admirar en obras de Neil LaBute, François Villon o Jeffrey Hatcher. Por su interpretación en la obra Picasso de éste último, Vilma recibió el Thálie a la Mejor Actriz en 2006, premio nacional concedido por la Asociación de Actores Checos. Helena Dvořaková, actriz de la compañía de Divadlo v Dlouhé, será Dora; y Vojtĕch Kotek, Lenzo. En la lectura aparecen apuntes de los actores sobre los personajes y dirección anota impresiones al respecto. Al lado del cuaderno y del texto encuadernado en checo, las ediciones en catalán, español y gallego.

Al acabar la reunión, el técnico abre el teatro. Sus paredes negras nos abrazan. El escenógrafo Jan Písařík sube al escenario mientras sobrevuelo con la mirada los muros y el tiempo y me sobrecojo ante el estreno, ahí enfrente será donde mostremos todo nuestro trabajo, entre cimientos milenarios.

 

Praga, 12 de enero de 2010

Primer día de trabajo con los actores. Arrancamos con Pavel y Vilma: con Aldo y Klaudie. Les pregunto qué ha pasado con Dalia. Aldo se gira hacia Klaudie y le dice: “Venga, di dónde la has metido”. Su implicación es maravillosa. Si ayer me sorprendían con sus rostros y voces, hoy lo consiguen a través de la comprensión hacia sus personajes y sus dobleces. Sin tabús. Y la riqueza de sus evocaciones: por ejemplo, Vilma nos cuenta que Klaudie es una mujer que transita por sendas abiertas en el interior del mandala, laberinto o jardín privado que es Aldo y que ella se siente orgullosa de ser la única a quien le está permitido pasear por él, lo cual le lleva a sentirse protegida pero, al tiempo, le lleva al miedo.

Se nos unen Helena y Vojtĕch. Se habla de la obra como de “una telaraña de motivaciones”. Se bosquejan las primeras relaciones de poder. Dora irrumpe desde la extraescena con una luz arrebatadora. Le pregunto qué le impulsa a aceptar el trabajo en la casa de los Wind, Dora responde: “Quiero entrar en el misterio”. Por su parte, Lenzo confiesa que se verá envuelto en esa atmósfera enrarecida de manera involuntaria. Vilma nos sacude con otra imagen: su personaje es como un strašilka (en español, un insecto palo) gigantesco cuyas extremidades se expanden por toda la casa. La riqueza del checo, además, aporta al strašilka una significación extra: strašilka proviene de strašit, asustar. Y añade que toda la obra transcurre bajo esa luz crepuscular en la que parece que los árboles tengan cuernos.

Por la noche, asisto a la presentación del último libro de Luba Skořepová, eminente actriz en activo a sus 87 años, junto con la fotógrafa Alena Hrbková. Como es habitual en esta loca Praga, en la presentación no hay ningún libro que presentar. Aún no se ha publicado, “pero lo presentamos igual”. En este encuentro tengo ocasión de escuchar por primera vez el himno de los actores checos: “My jsme ti blázni, blázni z povolání, my jsme ta banda, banda kašparů…” (Somos esos locos, los locos de profesión, somos esa banda, la banda de los cómicos…)

Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba