Zona de mutación

Remedios para iracundos

Y de pronto, el genio perfora lo convencional. Toda una época ha buscado rumbos nuevos en el arte. Sin embargo hay arte clásico, basado en convenciones fuertemente arraigadas. Tramadas como reconocimiento cultural entre emisores y receptores. Los entrenamientos los vigilan. Solventan la miradas de los analistas que, cual jurados olímpicos, evalúan la técnica de las proezas. Pero no se trata de atletismo. Ocurre que en la muralla orquestada a fuerza de suficiencia pedagógica, de poder instructivo, no estaba previsto el disparo de la diferencia. Ese/a que nadie construye, que sin embargo no se priva de emerger. Cuando la eclosión de su atentado ocurre, todos dan por natural su presencia justamente ‘ahí’. La materia se tajea, se dilata y cede. En medio de las ensoberbecidas continuidades, hay una disrupción. Lo que habilita el cauce a lo poético. Lo que en el excelso ejercicio de las técnicas, caotiza el sistema y va más allá. Rumbo a la política suprema en que la hiper-percepción, una hiperlucidez, abre el rumbo a lo excelso. Cómo es que nadie avisó de su llegada. Imposible. No tiene explicación, es un atractor extraño que magnetiza, convocando a disfrutar el misterio. Es inexplicable, pero en su aparición están las cifras que atestiguan lo que nos supera. Así es que no se explica a Messi en un sistema abroquelado de reglas, o a Paloma Herrera en otro no menos estricto como es la contumaz persistencia de la danza clásica. Y no es un neo-romanticismo que abre los corrales, otra vez, a una teoría estética del genio, no, se trata de considerar las inmanencias que en estado de latencia subyacen en los seres humanos, y que por algún metabolismo extraño de los aparatos, aparecen a testimoniar lo inadvertido, que hace que los desafíos resurjan. Una idea cercana al ‘podemos ser mejores’, hay pruebas para ello, solventado en el ejercicio antropológico de los ‘diferentes’. Y aquellos que no estamos para heroicidades, ni epopeyas físicas, quedamos compelidos a gastar el músculo del pensamiento. Como pensar ‘qué significa esto’. La percepción de la poesía esquiva, que saltea los controles, asume una carnadura política, que los pobres niños, entrenados para el descerebraje, no habrán tenido tiempo de considerar, comandados al control remoto que los ha determinado así, a disparar a mansalva sobre los inocentes. Pero hay una reserva que no estamos contemplando, y es que pese a todo, hay un reaseguro mental que no surge de los imperialismos, sino que surge del simple acto de pensar. La conmoción de los talentos conlleva una emoción, una esperanza no sólo por ese ‘ser mejores’. Conllevan la amplitud de que es una esperanza que nos cabe a todos, sin importar el soporte terrenal de donde provenimos. Una epifánica e inexplicable germinación en el páramo, una flor en el estiércol. Un anagrama indescifrable pero fascinante, en medio del galimatías de las armas calcinantes. Una estrella fulgurante, capaz de torcer los conductismos de hierro de los matadores, los de los ‘daños colaterales’ y los de su vindicta. Un gesto de sabiduría tan extremo, que nos oriente a todos. Que cure la osadía enseñoreada de los obsedidos por el mal.

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