Críticas de espectáculos

Romancero gitano / García Lorca / Núria Espert / Lluís Pasqual

Espert se convierte en Homero en el último espectáculo de Lluís Pasqual

Para explicaros qué está pasando con Espert y el ‘Romancero Gitano’ en el Teatro de la Abadía http://www.teatroabadia.com/es/archivo/546/romancero-gitano/ de Madrid, os tengo que pedir que os imaginéis a Homero. Nos hemos de situar al inicio de la literatura, la literatura para ser escuchada, la cantada y recitada a la propia tribu, una tribu que conoce las historias y quiere reencontrarse con su linaje, todas las guerras, y las iras del héroe y el mutismo de Briseida.  

Homero siempre inicia su relato invocando a la musa (cuéntame, musa, aquel hombre de gran ardid …), solicita ser usado como transmisor de las historias fundacionales de su pueblo. Va más allá de la narración recordada, es «ayúdame diosa para ponerme en trance de ser otro». Ser otro, ser otros, serlo todo … este narrador omnipotente, en estado de gracia, capaz de ser ala y granito, pubertad y vejez, cada mujer y todos los hombres del Romancero. Este ser sin edad, esta materia primigenia que se pliega y despliega, este ente, es lo que es hoy Nuria Espert. Digo hoy, y sé lo que digo. No lo podía ser antes, hace falta mucha vida, y no lo podrá ser para siempre, toda vida tiene sus límites.  

Y lo hace con el Romancero gitano, tan andaluz, tan criticado por pintoresco y por folclórico, para decirnos que en Lorca siempre habrá demasiada poesía, demasiada alegoría, demasiada modernidad, demasiado sentidos y misterios para que forme parte de un tiempo que ya no es nuestro. Siempre nos podrá decir, tomadme y comedme.  

Este es el elixir de maravillas, que destilan las almas, cuando se hacen tan puras y tan expertas, cuando por fin pueden y saben decir la palabra del poeta. Y el verbo se hace carne, por los solitarios sin rebaño, dentro de una iglesia, en el teatro de la Abadía. Y todos salimos en estado de contenido orgullo, de expiación y éxtasis, con la máxima creencia: yo lo he vivido. Yo he oído la palabra como la dijo Homero a mi pueblo. Sabemos que no pertenecemos a la tribu de Homero, la de los griegos, la del ciudadano, la del hombre poderoso, el del senado y las guerras, sino al pueblo de los desheredados, de los metecos, los gitanos, los negros, de las mujeres y los homosexuales. Todos los inadaptados y marginados somos gracias a él más grandes que la ira de Aquiles, somos el grito de Briseida.

Y formamos parte de la gran familia de los trastornados por el canto fundacional de Lorca. Como explica Espert, en su casa no se leía, pero había un solo libro: Lorca. Un reencuentro con la literatura primera, con el sabor de la leche tibia, los cantos poéticos de las primeras palabras leídas.  Y el verbo se puede hacer carne, cuando la carne es rica y antigua también puede hacerse misterio, misterio que como todos los misterios, nacen para ser respetados, y esforzarse en vano para descifrarlos es violentarlos hasta el extremo más inmundo e innecesario. La trinidad que es tres y es uno. ¿Quién habla? ¿Pasqual, Espert o Lorca? A veces queda claro, otras ni se sabe ni hace falta. Se mezclan memorias, visiones y recuerdos, en este viaje de tres enamorados que ya no sabes cuando empieza una piel y termina la otra. Lo es todo: una conferencia, un recital poético o un recuerdo transmitido junto al fuego, en la intimidad y la confianza. Una obra escrita por un gran conocedor de Lorca, el mismo que escribió De la mano de Federico, un libro delicioso, erudito y entrañable, la misma mano que ha hecho este Romancero, escrito en menos de tres horas en el tren hacia Madrid. Sí, se puede hacer en 3 horas lo que precisa una vida para ser estudiado y querido.  

Un espectáculo desnudo e indispensable. La luz, discreta y acertada, granada como la luna, azul como el cuchillo o blanca como la muerte. El sonido, que amplia o hace la voz más queda, que es eco, tambor y canto … todo delicado y tenue, como un pañuelo de hilo en las manos de quien canta.

Homero invoca a la musa, y Espert invoca a Pasqual, para lanzarse a los peligros y no ser devorada por los cíclopes ni escuchar los cantos de sirena. Pasqual, el gran director de las grandes actrices, consigue lo imposible, esta materia prima que se despliega con mil caras como el Dios Juno. ¡Que no intente nadie  hacer lo que hace ella, sólo puede caer en la más terrible de las inadecuaciones!. ¡Qué vergüenza sólo imaginarlo! Sólo lo puede hacer una persona, la Espert, y sólo lo puede hacer ahora. Nos da el fruto más dulce de su árbol de las 332 estaciones.  

Un viaje a lo esencial, sin artificios y con toda la fuerza de quienes han sabido entrar en la pena, la soledad, el amor y se han atrevido a cantarles las cuarenta a Roma, y ​​han salido vivo para contárnoslo. Y si le obligaron a exiliarse, en un mundo global ya no todos los caminos conducen a ella, y los paisajes pueden ser lo suficientemente grandes y a veces incluso lo suficientemente justos para que pueda hacer teatro allí dónde quiera. Se dice que este espectáculo, que no olvidaremos, viajará a nuestras tierras, del norte y poniente. Vaya donde vaya encontrará su congregación. Somos los que hemos hecho de la palabra de Lorca, el pan y el vino que mordemos en cada verso, en la gran comunión de todos los parias. Somos el pueblo escogido porque nos escogió el poeta.

Montse Barderi

 

Artículo originalmente escrito en catalán y publicado en https://www.catorze.cat/noticia/11337/verb/es/fa/carn

 

 

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