Velaí! Voici!

Sentido y significado VII. Velahí

Es un lugar común decir que el teatro es el arte del «hic et nunc», el «aquí y ahora», pues la acción y la relación, la experiencia vivencial artística del teatro, solo pueden acontecer en un presente compartido entre actrices, actores, espectadoras, espectadores y cualquier otro dispositivo capaz de intervenir.

Sin embargo, a mí me gustaría introducir una variación en esa concepción tan unánime e incontestable del «aquí y ahora». Pienso que la dimensión trascendental de la obra de arte que, en algún nivel, nos cambia, nos transforma, requiere de una distancia ritual que el estricto «aquí y ahora» no garantiza.

Voy a intentar explicarme. El teatro es el lugar de la mirada. Para poder ver, contemplar, observar… necesitamos una mínima distancia espacial, necesitamos un «ahí» más que un «aquí».

Una distancia íntima (según los estudios de proxémica, es aquella que está entre 15 y 45 cm. aproximadamente), nos haría perder una apreciación visual completa de la otra persona. A distancias tan cortas se pierde la perspectiva e incluso el sentido.

Cuando nos referimos a sentido, en artes escénicas, no solo apelamos a la coherencia de las acciones, sino también a su dirección, a su intensidad rítmica.

Así pues, la captación del sentido dependerá de una contemplación, una visión, una mirada íntegra que nos permitan el espacio mínimo para vibrar, para respirar, para que las ondas energéticas puedan desarrollarse y expandirse, sin quedar clausuradas y amputadas en un «aquí» reducido.

Tanto las ondas sonoras como la imagen visual, en su propia textura física, requieren de un espacio de expansión y desarrollo. Si éste es diminuto, pegado al «aquí», puede perder esa dimensión trascendental valorizadora. Lo mismo sucedería con una distancia excesiva en la que se perdiesen las proporciones de lo humano, pues el teatro es algo humano y humanizador.

La expresión «velaí», en galego, «velahí», en castellano, «voici», en francés… nos coloca en el lugar del teatro, en el «ahí» que permite la magia, gracias a la distancia que preserva los secretos (los trucos, los artificios, el oficio) que deben mantenerse guardados como núcleos centrífugos.

De manera semejante, el «ahora» en las ceremonias y rituales que el teatro custodia en su médula, está preñado de pasado y futuro. Son las reminiscencias de tiempos pretéritos, de nuestras muertas y nuestros muertos, así como las pulsiones de futuro, los sueños y los anhelos, los que instalan una electricidad y una incandescencia en el «ahora».

Ahí, ahora, antes y después, son algo más que coordenadas espacio temporales, sobrepasan la semántica, están más allá de cualquier reducción a significado, aunque se les pueda asignar, pero actúan en la articulación del sentido.

Afonso Becerra de Becerreá.

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