Un cerebro compartido

Sesgos cognitivos en el actor

Sin duda, la memoria es esencial en el trabajo actoral, pero olvídese el lector de pensar que es como un ordenador, es más, la memoria distorsiona la realidad a medida que se recurre a ella. La mejor manera de recordar un texto es coserlo a una acción y si es posible, que este sea emocionalmente relevante, de esta manera el recuerdo es casi inconsciente. Las emociones tienen un rol fundamental en la capacidad de transmisión del intérprete, y la capacidad de transitar esa emoción está indirectamente relacionada con los sesgos cognitivos.

 

Estos son una especie de atajos mentales que han sido útiles a lo largo de la evolución porque permiten que el ser vivo tome decisiones rápidas sin recurrir al consumo energético que conlleva pensar la tarea a ejecutar. Estos sesgos cognitivos suelen asociarse al sistema uno o caliente o al dos o frío que conlleva reflexión. Existen casi ciento noventa sesgos que pueden estudiarse en el día a día de la persona, y algunos que resultan curiosos aplicados al trabajo del actor. Por ejemplo: 

Sesgo Ben Franklin. Este efecto, es un fenómeno psicológico que implica un cambio en nuestra percepción sobre una persona en función de cómo nos hayamos comportado con ella. Suponga el lector un primer ensayo con un compañero intérprete que no conocemos y del que hemos oído hablar mal. Si, por ejemplo, este compañero ha olvidado su texto y nos lo pide para repasar antes del ensayo, a partir de ese momento es posible que a nosotros nos caiga bien. Si bien la lógica hace pensar que se es agradable con quien nos cae bien, el efecto Ben Franklin dice que la relación es inversa: primero viene la acción y después la percepción.

Sesgo de anclaje/ajuste. Ocurre cuando nos centramos en la primera información que recibimos a partir de la cual modulamos las demás. Esa primera información nos ancla a algo, por ejemplo, una información o acción concreta hasta convertirla en la base del resto de informaciones o acciones que hagamos. Declan Donellan estrena su última producción en España y la entrada para verla cuesta 100€. Por ser un estreno, el teatro también saca entradas a la venta de manera excepcional por 75€ y 50€. Es fácil que ante esta situación, estas dos últimas ya no parezcan tan caras… ¿no? Pues lo son, y mucho, pero el anclaje de 100€ nos hace opinar lo contrario.

Sesgo de correspondencia. Con este nos vemos inclinados a juzgar a los demás por su personalidad, pero a nosotros mismos por las circunstancias. Por ejemplo, Arturo siempre llega tarde al ensayo porque es un vago, pero si el que llega tarde soy yo es porque tengo un mal día.

Sesgo de interés personal. El éxito es mi responsabilidad pero el fracaso es circunstancial. La crítica de la obra en la que trabajo dice que mi trabajo es excelente, normal, te dices, me lo merezco porque trabajo mucho. Otra crítica dice que tu trabajo no brilla. Normal, te dirás, cuando vino ese crítico dormí mal.

Sesgo de arrastre. Hago o creo en algo porque otros lo hacen o lo creen. Susana cree que antes de saltar a escena es conveniente hacer abdominales y si lo dice Susana, será verdad.

Sesgo de halo. Si alguien tiene un rasgo positivo, esa impresión se extiende a otros rasgos. Alfredo es tan guapo, además, en escena tiene tanta verdad…

Sesgo Sportlight. Cuando se piensa que un acto resulta llamativo y todo el mundo va a verlo. Ana se ha equivocado en su texto y está segura de que todo el mundo en la sala se ha dado cuenta del error y lo patético que resulta.

Sesgo Dunning-Kruger. Cuanto menos se sabe de algo, más confianza se tiene en esa cosa y al revés, cuanto más sepas sobre algo, menos confianza tenemos en lo que decimos. Entre mis amigos, todos nosotros panaderos, comento con confianza que un proceso de ensayos teatrales son veinte semanas a diez horas de trabajo al día. Este sesgo define mi atrevimiento al decir esto en un entorno en el que el conocimiento del teatro asumo que es escaso. El refranero diría que la ignorancia es atrevida.

Hay muchos más y resulta interesante hacer el ejercicio de ver cómo pueden aplicarse al trabajador de la escena. Como soporte teórico de comportamiento social, los sesgos cognitivos se aplican a todo tipo de personas, intérpretes entre ellas, que usan sus atajos mentales en la construcción de personajes. Y en esos atajos, la emoción y la capacidad de procesarla, se entrelaza con la definición que los sesgos cognitivos hacen del actor para dar vida a un personaje.

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