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Tanttaka Teatro y los teatros de las tres capitales vascas estrenan ‘El hijo del acordeonista’ de Bernardo Atxaga

El Teatro Arriaga de Bilbao acoge del 18 al 21 de octubre el estreno de la obra ‘El hijo del acordeonista’/’Soinujolearen semea’, la adaptación teatral de la obra homónima de Bernardo Atxaga, que está considerada como su novela más personal. Este espectáculo de la compañía Tanttaka Teatroa se presenta en coproducción con el propio Teatro Arriaga y con el Teatro Principal de Vitoria-Gasteiz, donde llegará los días 24 y 25 de octubre, y el Teatro Victoria Eugenia de Donostia-San Sebastián, donde se representará los días 3, 4 y 7 de noviembre.

La producción que presenta Tanttaka Teatroa junto al Teatro Arriaga de Bilbao, el Teatro Principal de Vitoria-Gasteiz y el Teatro Victoria Eugenia de Donostia-San Sebastián, espacios escénicos que ante la ausencia en Euskadi de «marcos de creación propios» y «a modo de banco de pruebas ya que nunca habían trabajado juntos», según señala el director Fernando Bernués, permitirá poner en escena un nacido con la esperanza de convertirse en un montaje capaz de lograr que el teatro vasco «juegue en ligas mayores a las que es muy difícil acceder si no tienes un marco de producción público», pero valiéndose de las estructuras ya existentes.

El primer paso de este proyecto que permitirá la puesta en escena de El hijo del acordeonista en espacios como el Centro Dramático Nacional, está precedido de un intenso trabajo que ha involucrado a creativos habituales en las producciones de Tanttaka como José Ibarrola o Iñaki Salvador, además de otros creadores, artistas y actores vascos encargados de dar forma a un espectáculo que tendrá muy presente «la dimensión sociológica y social de esta obra de Atxaga» y que lleva incorporado «el ADN de lo que somos sociológicamente y políticamente las generaciones de este país», subraya Bernués

Convertir en un texto dramático las casi 500 páginas de la novela de Atxaga y los casi 40 años por los que transita la historia y colocar el relato en un sitio donde se plasma la perspectiva de los dos protagonistas es para el director «una magnífica elección», porque «sin una de esas dos visiones el relato no estaría completo». Para Patxo Telleria, que además de realizar la adaptación es uno de los coprotagonistas de la puesta en escena, realizar la adaptar para el teatro de «un texto emblemático de la literatura vasca» como es ‘El hijo del acordeonista’ supone algo parecido a «convertir un tren en una bicicleta, pero sin perder la sustancia» de la obra original. Aunque Telleria reconoce que tuvo que olvidarse de la estructura novelística que no responde al esquema habitual de planteamiento, nudo y desenlace para adecuarse a la estructura teatral, la obra de Atxaga «cuenta con una historia central que nos servía de esqueleto para construir la historia».

Esta novela que oscila en todo momento por los saltos temporales y por oscilar entre el presente y el pasado, ha llevado a Telleria a decantarse por la ruptura de la linealidad, aunque añade que «hemos optado por evitar la fragmentación ya que de haberlo hecho perjudicaría a la comprensión de la historia».

El hijo del acordeonista contará con un elenco bilingüe ya que también protagonizará las representaciones en euskera de este espectáculo que, al igual que la novela, comienza en los tiempos más cercanos, con David a punto de ser objeto de una operación cardíaca. Las obra arranca en un contexto hospitalario y realista, «desde donde David va realizando un repaso a su vida, lo que nos permite una cierta abstracción en las sugerencias visuales de los espacios, y la aparente habitación del hospital tiene unos elementos escénicos evocadores del fuelle de un acordeón que generará otros espacios desde los que surgen los numerosos lugares en los que se desarrolla la obra», indica Bernués.

Para desarrollar la historia de Atxaga el director realiza un guiño a un público que está acostumbrado a los lenguajes escénicos más actuales y a los lenguajes visuales por lo que «dispone de tanta capacidad de abstracción», y podrá resolver las obligaciones narrativas para ubicar las diferentes escenas en los diferentes espacios tanto temporales como geográficos. La multiplicidad de espacios lleva aparejada «cierta complejidad escenográfica por los cambios de escena que se suceden».

Desarrollar sobre el escenario una historia que se extiende durante cuarenta años ha requerido la participación de tres actores para dar vida a cada uno de los dos protagonistas principales durante su infancia, su juventud y en la edad adulta y que serán interpretados por Mattin Apaolaza, Aitor Beltrán y Joseba Apaolaza en el caso de David y por Mikel Telleria, Iñaki Rikarte y Patxo Telleria en el de Joseba. Aunque los dos niños protagonizan apenas una escena a lo largo de la función, la necesidad de complementarización y de dotar de coherencia a los personajes protagonistas durante su juventud y en la madurez que es donde trascurre la mayor parte de la historia, es uno de los retos más significativos de la pieza

Bernués destaca que junto con la historia y las vicisitudes vitales de los dos protagonistas en las que su militancia no es algo meramente anecdótico, «prevalece en todo momento un reconocimiento de la amistad por encima de cuestiones más políticas e ideológicas» y añade el director que «el final de todo ese recorrido entraña un cierto desencanto. Es, como en la vida misma, que los protagonistas se reencuentran» y son capaces de superar las situaciones más trágicas para exponer las situaciones en las que han sido más felices.

Cerrar heridas

El hijo del acordeonista puede ser una de otras historias de calado similar que pueden empezar a aflorar en estos momentos y cuyos entresijos pueden ser más humanos o más vivenciales dentro del mundo de la militancia y el compromiso político; de las dudas, del abandono… lo que lleva a Bernués a apuntar que «yo creo que poco a poco vamos a ir conociendo otras historias cercanas». Sin pretender en ningún momento hacer didactismo, el director sostiene que la obra de Atxaga habla de alguna manera «de la reconciliación, de la necesidad de cerrar heridas, de reencontrarse con los amigos, de completar el relato que hace uno mismo en un contexto determinado. Un elemento que me resulta muy sugerente es que da la impresión de ser un manuscrito escrito a cuatro manos pero en la que resulta imposible saber cuál es la parte que ha escrito cada uno».

Bernués destaca de la producción «la capacidad de los actores para transmitir» sentimientos como nostalgia, amistad o tristeza, lo que da realce a esta representación que «dramáticamente es muy esencial, muy de actores que se cuentan, se miran, se dicen… y que son capaces de provocar emociones entre el público o, por lo menos, de hacer que los espectadores se pongan en el lugar del personaje, por lo menos, que sean capaces de comprender al otro».

Sinopsis

David y Joseba son amigos desde la infancia. Apenas han dejado de ser unos niños cuando David descubre el colaboracionismo de su padre con los nacionales durante la guerra civil. Fascinados por el descubrimiento de la lucha antifranquista, deciden por razones ideológicas uno, emocionales el otro, militar en la incipiente ETA de comienzos de los 70. Tras un corto y torpe período de lucha clandestina, llega el exilio a Francia. Poco después el desencanto de David, y más tarde el abandono, la traición al amigo y al colectivo. Tras salir de la cárcel, apestado entre los suyos, David se va a América a empezar una nueva vida.

Treinta años más tarde, David, a punto de morir en su rancho de California después de haber vivido por fin feliz, recibe la visita de Joseba, que llega para ajustar cuentas del pasado. El hijo del acordeonista tendrá que enfrentarse a los fantasmas de los que quiso huir.

Ficha artística

Obra: El hijo del Acordeonista/Soinujolearen semea.
Autor: Bernardo Atxaga.
Adaptación teatral: Patxo Telleria.
Traducción castellano: Asun Garikano/Bernardo Atxaga.
Intérpretes: Mattin Apaolaza/Aitor Beltrán/Joseba Apaolaza (David), Mikel Telleria/Iñaki Rikarte/Patxo Telleria (Joseba), Mikel Losada, Amancay Gaztañaga, Asier Hernández, David Pinilla, Vito Rogado/Anke Moll (Mary Ann), Mireia Gabilondo, Iñaki Salvador (Acordeonista).
Escenografía: José Ibarrola.
Vestuario: Ana Turrillas.
Iluminación: Xabier Lozano.
Imagen: David Bernués.
Música: Iñaki Salvador.
Ayte. de Dirección: Vito Rogado.
Dirección: Fernando Bernués.
Producción: Tanttaka Teatroa, Teatro Arriaga – Bilbao, Teatro Principal – Vitoria-Gasteiz, Teatro Victoria Eugenia – Donostia-San Sebastián.

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