Y no es coña

Telegráficamente

La última vez escribí sin apenas poder respirar, agotado, saliendo de unas urgencias en Alicante. Hoy escribo con mejor respiración, con mejor tasa de oxígeno en la sangre, nueva medicación y un marcapasos colocado con presteza en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde entré de nuevo en urgencias, recorrí pasillos boca arriba en la camilla, por lo que les puedo relatar el tipo de cielo raso, de iluminación y hasta de desconchados que tienen sus dependencias, pasé por maquinaria diversa, un quirófano con muchas pantallas y dos habitaciones.

Me atendieron de manera exquisita, primero en coronarias y después en planta. Tengo un certificado europeo de mi marcapasos que lo siento incrustado en mi pecho que debo llevarlo siempre conmigo y que creo que entre otras muchas funciones, me proporciona wifi constantemente. Adelantos de la ciencia. Uno se da cuenta que como decía Alfonso Sastre, la vida va a trancos, y yo acabo de dar un tranco grande y he entrado en otra fase. Ya no son sospechas, ni estados de cansancio etéreos, sino que tenía una disfunción en el corazón y al menos la parte eléctrica del mismo se ha reparado. Por lo tanto la vida, mi vida, mi actividad y hasta mi punto de vista, debe y  va a ser otro. Por prescripción he anulado todos mis viajes intercontinentales, es decir a Festivales y Ferias que amo y deseaba ir. Una pena. Hasta febrero del 2018, si nada se tuerce,  no tengo visa de vuelo aéreo de más de dos horas.

Hoy todo me parece más sencillo, me estoy acomodando a la nueva situación. El mundo sigue, el Teatro sigue sin mi presencia y el gobierno completa sus estulticias. Así que me recupero con tranquilidad, esta es mi palabra matriz: tranquilidad. Pero me urge contarles que las diosas como Talía, han intervenido en este proceso porque cuando me subieron a planta,  resultó que con mi compañero de habitación, tras muchas horas de charlas coyunturales, descubrimos que ambos nos dedicamos al Teatro, él desde la vocación y la afición con el Grupo Trotea, pero además era sobrino de Alfredo Marquerie y tendía un parentesco cercano que no recuerdo el grado con José María Rodero. Es decir mis últimas horas en el hospital han sido de hablar y hablar y hablar, ejercitando la memoria, de Teatro. O sea, espero que salga este gran hombre para seguir hablando de Teatro e ir a ver obras con él. José Félix, un abrazo muy grande. Te espero.

Telegráficamente: nos vemos pronto en los teatros.

 

 

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