Críticas de espectáculos

Tiempo de silencio / Luis Martín-Santos / Teatro de la Abadía

El parto de los montes

 

El Teatro de la Abadia finaliza su ciclo sobre la memoria histórica con el estreno absoluto de la versión teatral de la novela de Luis Martin-Santos Tiempo de silencio, (publicada en 1962). Llevar a la escena este fenómeno literario con una estructura laberíntica «a la tradición picaresca, el lenguaje de Valle Inclán y el imaginario de Goya» y con múltiples personajes, es un desafío. Desgraciadamente, el resultado de esta versión teatral, tanto en la adaptación de la novela, como en la puesta en escena, es una simplificación y reducción a lo anecdótico, de la temática de la novela original. 

Luis Martin-Santos, médico y psiquiatra, retrata en Tiempo de Silencio el Madrid de la postguerra con la miseria, la sordidez, la precariedad de la vida y la supervivencia de los marginados. Su visión, aguda, sin concesiones, de este mundo me recuerda la de los bajos fondos y suburbios del Paris de entreguerras, en Voyage au bout de la nuit de Louis Ferdinand Céline, también médico. 

Los protagonistas de ambas obras son médicos, don Pedro en Tiempo de Silencio y Bardamu en Voyage au bout de la nuit, ambos se enfrentan al) sufrimiento, la miseria, la violencia y la por la supervivencia, y también a la indiferencia, el egoísmo, la injusticia social y la explotación de unos por otros. 

Don Pedro, médico, investigador, indaga, a través sus experimentos con ratones, en el aspecto hereditario del cáncer. La falta de ratones en su laboratorio le obliga a buscarlos en las chabolas a las afueras de la ciudad, descubriendo allí la realidad de la vida de los marginados. 

En su trayectoria, acompañado por su ayudante, el médico recorre este infierno humano de burdeles con putas y sus clientes, abortos ilegales, verbena, cárcel, policías y funcionarios, etc. 

Ante esta realidad, el médico toma conciencia de su impotencia, frustración y de su fracaso profesional y personal dentro de la sociedad en la que vive.

Una sociedad atemorizada que vive bajo una capa de silencio.

La estructura dramatúrgica, muy compleja, es un tejido de la narración y la interpretación, de la que se encargan siete actores que hacen a la vez de narradores y múltiples protagonistas de la obra. 

El escenario vacío. En el fondo, un telón semicircular mugriento y ruinoso que representa una medianería, y que, más tarde se levanta a media altura.

Dos plataformas redondas, en el fondo, con escalones, en los que se sientan los personajes, en algunos momentos.

En el centro una plataforma giratoria que de vez en cuando se pone en marcha girando con los personajes. 

Un paisaje desolado de una ciudad monstruosa con sus chabolas y su fauna humana. 

Pero todo este mundo sórdido desfila aquí de forma machacona, poco creíble.

Las escenas y situaciones, que componen la trama, se alargan, quedándose en lo anecdótico, sin ninguna distancia.

El naturalismo y el expresionismo excesivo, caracterizan tanto la visión escénica, pesada y sin imaginación, del director suizo-alemán, Rafael Sánchez, como la actuación de los actores, dispares.

Sobreactúan, reaccionan con violencia excesiva y gritos inútiles en algunos momentos, corren por el escenario sin aparente motivo.

Sergio Adillo hace un don Pedro, muy artificial, con poses, gestos y comportamiento llenos de tópicos y clichés. 

En su monologo final: «vivimos en el tiempo de silencio», que dice frente al público, con tono lúgubre, está patético. 

Al expresionismo en la actuación se añaden los efectos sonoros, ruidos, ráfagas de sonidos estridentes, con intención de crear una atmósfera urbana opresiva.

En suma, he visto un espectáculo con una estética muy a lo alemán, pesado, entre psicodrama y bulevar, con buenas dosis de violencia y miserabilismo.

 

Irène Sadowska

 

Tiempo de silencio, a partir de la novela de Luis Martin-Santos – Dirección: Rafael Sánchez – Versión: Eberhard Petschinka – Escenografía y vestuario: Ikerne Giménez – Iluminación: Carlos Marquerie – Espacio sonoro: Nilo Gallego – con la colaboración de los músicos Pelayo Arrizabalaga, Julián Mayorga y Luz Prado – Reparto: Sergio Adillo es: Don Pedro – Lola Casamayor es: Matriarca, Doña Luisa, madame del burdel, Bailarina en la verbena – Julio Cortázar es: Matias, Cartucho – Roberto Mori es: Amador, Gracioso, Funcionario de la cárcel, Cliente del burdel – Lidia Otón es: Dora, (hija de la Matriarca), Charo, puta en el burdel Ricarda, esposa del Muecas, Mecanógrafa de la cárcel, Directora del laboratorio – Fernando Soto es: Muecas, Similiano, Gracioso, Funcionario de la cárcel, Cliente del burdel – Carmen Valverde es: Dorita, nieta de la Matriarca, Florita, hija del Muecas, Puta joven en el burdel – Creación del Teatro de la Abadia de Madrid- del 26 de abril al 3 de junio 2018

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