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Tradición y fantasía en ballet. La Bella sigue durmiente

Las Navidades, entre otras cosas, son fechas en las que no falta el cumplimiento de las tradiciones que las caracterizan. Igual que ponemos árboles decorados con estrellas, bolas, guirnaldas y luces de colores, o del mismo modo que se construyen primorosos belenes, las calles también se empalagan de luciferio y fantasía.

Yo creo que, en parte, esto, esta necesidad de llenar el invierno de colores, luces, brillos y fantasía, responde a la necesidad de compensación, que contraste con la ausencia de luz de los días cortos y las noches largas y frías del invierno.

De un modo parecido, por los escenarios, en las fechas navideñas, suelen aparecer títulos de ballet clásico como El Cascanueces o La Bella Durmiente.

La compañía Russian Classical Ballet, dirigida por Evgeniya Bespalova, en su gira por la Península Ibérica, recaló, con La Bella Durmiente de P. Tchaikovsky, en el Teatro García Barbón de Afundación, en Vigo, el día 4 de enero de 2018.

El teatro lleno hasta la bandera, con público familiar, y en el escenario todos los dispositivos típicos de las escenificaciones más tradicionales: escenario aforado, con patas, bambalinas, telones y decorados pintados, ilustrando la imagen de un palacio y de sus jardines de fantasía. Vestuario lleno de brillos y oropeles. Todo servido según los cánones tradicionales del ballet ruso.

La coreografía, que va ilustrando la historia del cuento de Charles Perrault, también se trufa con números de exhibición de virtuosismo.

El público está encantado de reconocer esos ambientes y esos personajes de cliché, la princesa encantada, el hada madrina, la bruja mala, el príncipe salvador… También de reconocer los pasos más característicos del ballet clásico, sus alambicadas poses, sus equilibrios imposibles, su lucha contra la fuerza de la gravedad y sus ansias ascensionales.

Todo lo que se mueve en el escenario es inocuo y bonito, con esa belleza de postal folclórica. Seguramente, si cambiásemos la estética o cualquier elemento tradicional que el público espera encontrar, habría pataleo, como cuando el Ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena hizo aparecer a Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente con vestidos de estilo pop, y, en algunos distritos, incluso aparecieron, en vez de Reyes, Reinas Magas, lo cual desató una divertida polémica.

En La Bella Durmiente del Russian Classical Ballet, protagonizada por Evgeniya Bespalova, en el papel de Aurora, y Denis Karakashev como el Príncipe Desiré, todo responde a las expectativas que la tradición ha ido depositando en el imaginario colectivo.

Sentado en mi butaca observaba cómo el público iba confirmando lo que acontecía en el escenario, como si fuésemos a ver, de nuevo, cómo nos recitan la coreografía de un cuento. Y, al final, cómo no, fueron felices y comieron perdices.

 

 

 

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