Críticas de espectáculos

Triunfo de Amor/Juan del Enzina/Nao d’Amores

Culto y popular

Por lo general, el término culto se contrapone al popular. Mientras que el primero tiene una acepción que marca cierto refinamiento y exclusividad, el segundo se acerca a lo cotidiano, extensivo o accesible socialmente, cuando no se aproxima a lo vulgar.

En el arte musical, los extremos están bien delimitados: música culta que llamamos, por extensión, clásica, y música pop. Bien, pero no siempre es así puesto que hay intérpretes que han acercado la música clásica al jazz y al pop «popularizando» temas y autores para la gran masa social.

No es éste el caso de la compañía de teatro Nao d´Amores que dirige Ana Zamora con talento y tesón. No, no adapta, reconstruye, destroza ni vulgariza los textos antiguos. No, lo que hace es descubrir, rehabilitar y mostrar obras que, ocultas, perdidas y en casos olvidadas forman parte de nuestro Patrimonio Cultural, con mayúsculas. Ana Zamora investiga con el método científico del arqueólogo –lo lleva en el ADN– para sacar a la luz piezas literarias que solo los especialistas conocen y a veces desconocen. Pone en escena con rigor canónico y artístico obras que nunca hemos leído aunque tuvimos que dar cuenta de su existencia para nuestro currículo escolar.

Tras el paréntesis contemporáneo con «Penal de Ocaña», obra que me tiene fascinado por la emoción que me embarga, por el significado literario y documental, por su fuerza dramática, Nao d´Amores retoma el género renacentista con tres églogas de Juan del Enzina, patriarca del Siglo de Oro español, al que seguirían Lope, Tirso, Garcilaso, Calderón.

En «Triunfo de Amor», el autor salmantino que recaló como embajador en Italia, conjuga lo culto, cortesano, la obra de arte literaria con la temática y el estilo popular. Acerca los extremos conceptuales de forma empírica en un alarde de ingenio, delicadeza y fino humor.

Nao d´Amores, Ana Zamora y su gente –también ha contado con especialistas como Alicia Lázaro en los arreglos y la dirección musical, Vicente Fuentes como asesor de verso y Javier García Ávila en la coreografía– decía que Ana Zamora ha reinterpretado a Juan del Enzina con minuciosidad documental y sobre todo, con un gusto y un estilo encomiables. ¿Arqueología o modernidad? Ambas cuestiones a la vez. Lo que sí podemos estar seguros es que el trabajo de investigación ha tenido el rigor preciso tanto en la parte literaria como en la musical manejando textos de Juan del Enzina y partituras del Cancionero de Palacio. Nao d´Amores es garantía de calidad.

Aparte del proceso creativo, «Triunfo de Amor» como espectáculo final refresca a los clásicos en cuanto que conjuga lo intelectual con una puesta en escena ágil, muy divertida y singularmente hermosa. Las tres farsas tienen al amor humano como juego dramático y a Cupido como broma argumental. En este sentido, la farsa de Cristino y Febea, donde el ermitaño cede el amor divino por el terrenal, aporta el triunfo del humanismo sobre la espiritualidad medieval.

La puesta en escena cuenta con dos espléndidos actores y una dúctil actriz junto a tres músicos excepcionales que también interpretan su papel en un diálogo dramatúrgico enormemente eficaz. Desde esta perspectiva dialéctica, la música del Cancionero de Palacio se acopla maravillosamente a los pasajes respectivos –así lo debió de concebir Juan del Enzina– no solo como acompañamiento a la danza, sino como sonidos «onomatopéyicos» a ciertas entradas y salidas de la escena y como ilustración musical. La música dialoga con el texto, a veces como pregunta y respuesta; y, en todo caso, como un conjunto armónico del discurso, de la trama dramática, del juego teatral.

Precisamente es el juego teatral lo que define el carácter alegre desenfadado y quizá bruto de la farsa. El juego teatral a veces da la sensación de estar ante un cómic de los que se leen los bocadillos ilustrados con graciosas imágenes que parecen imposibles. Valga como ejemplo el diálogo de Cristino con Cupido interpretados por el mismo actor que aparece y desaparece en uno y otro lugar según cada personaje, intermediados con breves frases musicales. Bueno, hay otros grandes momentos como los que se dan en la farsa de Plácida y Victoriano: la Ninfa y la Comadre, los pies de la fallecida que resucita, Mercurio…, son gags cómicos propios de admiración no solo por el estilo elegante, sino por la fantástica comicidad.

En fin, la escenografía con una especie de biombo practicable que simulan puertas arqueadas que permiten el juego de aparición/ocultación, el vestuario neutro en tela «vaquera oscura», la iluminación efectista, la complicidad con el público que palmea espontáneamente algunas canciones, todo conforma un espectáculo brillante, imaginativo y absolutamente asequible. «Triunfo de Amor» será, sin duda, otro triunfo de Nao d´Amores porque «OMNIA VICIT AMOR».

Manuel Sesma

Espectáculo: Triunfo de Amor – Autor: Juan del Enzina – Interpretación: Sergio Adillo, Javier Caramiñana, Eva Jornet, Irene Serrano, Rodrigo Muñoz e Isabel Zamora – Arreglos y dirección musical: Alicia Lázaro – Asesor de verso: Vicente Fuentes – Coreografía: Javier García Ávila – Vestuario: Deborah Macías – Espacio escénico: David Faraco – Iluminación: Miguel A. Camacho y Pedro Yagüe – Dramaturgia y dirección: Ana Zamora – Compañía Nao d´Amores, en gira.

Manuel Sesma Sanz

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