Diario de Origami

Un mulo tirando del mundo

 

Praga, 9 de abril de 2010

Dmitri Medvédev y Barack Obama siguen en Praga y el tránsito por el castillo, cercenado. Me dirijo a la Ciudad Vieja por Nerudová, la calle de Neruda, que recibe su nombre por Jan Neruda, escritor checo en honor del cual Ricardo Neftalí Reyes Basoalto adoptaría el apellido para su alter ego literario, Pablo Neruda.

Jan Neruda vivió en la Casa de los dos soles de la calle conocida por aquel entonces, el siglo XIX, como Ostruhová, en español, si no yerro, calle de las Espuelas. Su libro más conocido es Cuentos de Malá Strana (1867), basado en historias reales de su barrio y su tiempo, y cuya primera frase, en traducción al catalán de Kepa Uharte, me dejó azorado tal como hacía tiempo no me dejaba una frase, desde El cuarteto de Alexandría de Lawrence Durrell, recuerdo. Los Cuentos… se abren con el relato Una semana en la casa silenciosa: “Sembla com si estiguéssim en un espai completament tancat. Ens envolta la foscor més pura i pregona, no hi ha ni una escletxa per on es pugui escolar la penombra; arreu l’obscuritat és tal que si en algun moment ens pareix albirar un objecte iŀluminat, tan sols és el cercle vermell dels nostres propis pensaments”.

Después del ensayo, sesión fotográfica en un estudio de Nusle con Veronika Patková y Martin Šandera.

A las siete y media de la tarde, La fabulosa compañía de la luz de Kiku Mistu en Divadlo v Celetné. Un espectáculo, y digo espectáculo por clasificar lo inclasificable, que atraviesa lo perceptible y cruza como un rayo el poso que el pasado deja en las personas agitándolo, revolviéndolo, iluminándolo.

A la salida del espectáculo nos encontramos con los Hermanos Oligor. Les hablo de Gustav Meyrink y su Gólem, novela que encabeza mi reducida lista de recomendaciones literarias checas, y por primera vez reconozco en los ojos del otro un sentido que creía exclusivo, un sentido que se activa muy adentro, váyase a saber por qué, y alerta de que hay una historia que contar.

 

 

Praga, 10 de abril de 2010

Cojo las tijeras y recorto parte del texto de la obra. Duele.

 

Praga, 11 de abril de 2010

El cansancio me abate. Me duermo con un locutor de radio gritándome en checo al oído. Una siesta de apenas cinco minutos, aunque muy reponedora.

Me siento como un mulo tirando del mundo. Terco, tozudo, feliz.

 

Praga, 12 de abril de 2010

Los cortes de texto no agradan a los actores. Cada uno defiende sus líneas, se las han apropiado y las sienten suyas, propias, necesitan decirlas, transmitirlas. Qué puedo decir. Les quiero.

El utillaje aumenta por momentos, algunos elementos aparecen por sorpresa. Un espejo de mano, un pintalabios, un pendiente robado… Los escondites de Klaudie se van llenando.

 

Praga, 13 de abril de 2010

Primeras noticias acerca la traducción al francés de Origami. Fabrice Corrons ha comenzado. Y parece entusiasmado. Qué alegría.

Nuevos síntomas del ritual. Aldo encuentra a su niño al tiempo que Dora insulta y aplasta su amor platónico y le llama monstruo, monstruo, monstruo y el niño se resiente y en sus ojos relumbran estrellas. Ya no veo otra Klaudie que no sea Vilma, otro Aldo que no sea Pavel, otra Dora que no sea Helena, otro Lenzo que no sea Vojta.

Fotografía © Kiku Mistu

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