Puente de Brooklyn

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Suena Elvis en una taberna de Brooklyn, hay lucecitas que anuncian el verano y una mujer coreana recorta cartulinas en el suelo y se prepara para lo que parece ser una instalación o algo por el estilo. La preparación que lleva a cabo tiene definitivamente algo de ritual.

Antes he dado un paseo en bicicleta por el lado de Williamsburg, mi barrio dentro de Brooklyn. Éste da al río del Este y me reencuentro con la ciudad a través la luz del atardecer, la cual cae poderosa e infinita sobre el «skyline». También he decidido unas horas antes ir a clase de yoga. Estirar un poco, respirar y soltar me viene muy bien para distendirme de las largas horas del viaje de vuelta.

De repente esta señora coreana se me acerca y me pide el favor de sentarme cerca de ella, al principio del local. Yo no entiendo lo que quiere pero al comprobar que su instalación consta de un caballete con cartulina, un taburete y una luz, entiendo que lo que quiere es dibujarme.

Yo acepto sin resistencia, acabo de volver y se que esta vez algo nuevo, reconfortante y maravilloso me aguarda Nueva York. Es primavera, soy un año mayor…y, en general, algo en mi intuición se siente satisfecho.

Como una tranquilidad de que nada malo va a pasar. ¡Todo irá sobre ruedas!

Ella me dice varias veces «it’s free! it’s free!». Yo, curioso y aceptante, decido mudarme a donde ella me pide, así que tal y como ella señala, cojo mi portátil y mi cerveza y me siento donde ella me indica. La mujer recalca que siga haciendo lo que estaba haciendo, que continúe con mi tarea, por lo que sigo escribiendo esta líneas.

La posición en la que queda su ángulo favorece que el retrato que se dispone a hacer de mí sea de perfil, lo cual me incomoda ya que nunca me ha gustado mi perfil, soy un poco presumido:

-Un hombre muy guapo- comenta ella.

-Gracias, je je je- respondo yo y le pregunto- ¿de dónde es usted?

-Soy de aquí. Coreana pero llevo en EEUU toda mi vida, ¡más años que tu!

-Claro, claro. Yo soy de España, llevo apenas cuatro años aquí.

-¡España!, tengo amigos españoles que son artistas. La gente de España es muy apasionada, están muy vivos…- dice ella con cara de felicidad.

Se hace un silencio y cada uno de nosotros se pone a lo suyo.

Estoy muy concentrado y como tengo algo que me esta pasando y lo estoy describiendo simultáneamente, me enfoco en lo mío. Al rato no puedo evitar empezar a mirarla. Ella está encibunada (palabra adquirida en Murcia) en el dibujo.

Lleva una pañuelo rojo y un sencillo recogido de pelo, el cual es muy negro.

Mueve la mano ágilmente pero a la vez muy suave. El maletín de donde saca diferentes lápices, carboncillos y trocitos de cosas que no distingo, es pequeño; huele a madera y es un olor muy característico.

Se toma su tiempo y al cabo de un rato la miro impaciente con cara de «¿cuanto queda?», como los niños en el coche que se desesperan por que no llegan a la playa.

Ella, muy respetuosa, me guiña un ojo como diciendo: «ya casi está, un momento».

Saca su moderno teléfono y me hace una foto y seguidamente fotografía el retrato, que aún no he visto. Entonces le da la vuelta y me lo enseña.

Al verlo me sale un «¡Wow!»

-¿Cómo te llamas?- me pregunta.

-Alfredo- respondo y saco algunos dólares de mi cartera.

-Con un marco va a quedar mucho mejor- me recomienda ella mientras simula sobre una cartulina oscura para que yo vea el efecto.

Me quedo parado y pienso: «¡Joder!, realmente me veo reflejado en este dibujo, ¡que pasada!».

Siempre me gusta pensar a modo de juego conmigo mismo: «Si todas las cosas que nos pasan y las personas que se cruzan en nuestro camino contuvieran un mensaje o una señal para nosotros… Que significaran algo importante en el conocimiento de nosotros mismos y con él evolucionar de una forma más productiva hacia la felicidad y el éxito…»

¿Qué mensaje podría yo leer en esta experiencia con el retrato?

Un retrato es un reflejo de lo que tu eres, una reproducción plástica de tu apariencia física, en este caso hecho por alguien que te observa desde fuera. Una vez terminado hay un resultado y tu imagen queda plasmada en papel.

¿Es quizás momento para mirarte a ti mismo? ¿Detenerte y cuidar de tu persona? ¿Qué expresa el retrato? ¿Que información tiene para mi? ¿Descubrir más de mi persona a través de la visión de otro ser humano? ¿Qué me aporta esta experiencia? ¿Qué estoy aprendiendo?

Vuelvo a mi sitio y veo como la mujer coreana observa alrededor y busca, como un animal a su presa, a su siguiente persona a retratar.

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