Críticas de espectáculos

Somos lo que somos/Teatre de Guerrilla

Agua y sal
Obra: Somos lo que somos
Autor: Quim Masferrer
Intérpretes: Carles Xuriguera, Rafel Faixedas, Quim Masferrer
Iluminación: Cesc Pastor
Música: Sebastià Saurina
Dirección: Quim Masferrer
Producción: Teatre de Guerrilla
Sala Merced –-Bilbao- 19-08-06
El doctor Ribalta recetaba siempre agua y sal para curar cualquier tipo de dolencia y para los personajes que se nos presentan tal como son, esa es la panacea de la medicina moderna. Sobre todo enfrentada a la manera de hacer, sospechosa, del doctor García, que siempre estaba de baja, o sea, enfermo. Tres personajes en busca de etiqueta se podría llamar este divertido, y en momentos surrealista, trabajo que bebe en las fuentes más cristalinas de un humor punzante.
Aparentemente no sucede nada, esos entes, esos dos personajes, son unos pueblerinos, unos seres primarios aferrados a sus creencias. El tercero, de la misma estirpe, pero en un escalón superior en el plan de valorización social: trabaja para el ayuntamiento, pero en asuntos de cultura. Entre los tres hacen un ritual de convivencia, de diálogos a base de sobreentendidos, de monosílabos o de frases cortas y repetidas. Y es precisamente en ese tejido comunicacional donde nos atrapan, donde quedamos convertidos en cómplices, porque en el fondo somos nosotros mismos que siempre damos por supuesto las cosas, que nos quedamos pegados en los tópicos y las creencias más peregrinas, aunque usemos Internet.
Hay un punto de confrontación de modelos de vida, el funcionario siempre con prisas, que usa fax y se baja algo de Internet, pero que nunca puede ser el “pa amb tomaquet i pernil” que se comen los otros dos más pegados a su raíces. Son catalanes, como se encargan de decir, pero lo que nos cuentan y cómo nos lo cuentan concierne a cualquiera que tenga ancestros rurales. Y lo hacen por la vía del humor ácido, con una textura que se va agriando conforme te vas metiendo. Y con el agua y la sal como guía, motivación, fundamento y solución a todo. Una obra de actores, pero con un buen cuidado a la textualidad. Cuatro elementos escénicos son suficientes para ayudarnos a imaginar el microcosmo en donde habitan estos seres, porque todos se iluminan con eficacia y se subrayan con unas músicas incisivas. Es un magnífico regalo teatral que llega con claridad y remueve a los espectadores. Y uno se ríe a gusto después de haber pensado.
Carlos GIL

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