Y no es coña

¿Dónde estás que no te veo?

Recién llegados de Valladolid donde ha finalizado una nueva edición de su Festival de Teatro y Artes de Calle (TAC),, acontecimiento que se encadena en el tiempo y el espacio con la Umore Azoka, Feria de Artista Callejeros de Leioa, y con una acumulación de dudas durante el último quinquenio, me encantaría lanzar una pregunta a los vientos, ¿en qué punto está el teatro de calle actualmente?

Porque en el titular se expresa ya una respuesta demagógica, ¿dónde estás que no te veo? Porque es muy cierto, me cuesta encontrar el teatro de calle. No lo veo. Yo veo infinidad de espectáculos que se hacen en la calle, en los parques, en los patios, en carpas, en polideportivos, pero son frontales, nacen y mueren en su mismidad y no tienen ninguna relación ni física ni metafísica con el entorno. Son espectáculos meteorito, caen en una plaza y se hacen. Lo otro es una nomenclatura, una manera de colocarse en el mercado. Un mercado, por otro lado, en criminal recesión.

Lo anteriormente expresado no descalifica a esas creaciones, sino que las intenta contextualizar en una oferta, en una mercadotecnia. Hace ahora una década, patrocinado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid, publicanos el número 1 de la colección Ambigú de nuestra editorial Artezblai que llevaba el título de: «Instantáneas de lo efímero. Recorrido visual y teórico por las Artes de Calle». El libro partía de unas fotografías que Gerardo Sanz había tomado de manera espontánea y personal, es decir sin la urgencia de ser fotógrafo oficial de ningún festival, a las que les dimos el mejor apoyo posible para su visualización y puesta en valor: los artículos de ocho personas ligadas al teatro en diferentes ocupaciones y muchos de ellos directamente pioneros de diferentes avances del teatro de calle, como es el caso Michel Crespin.

De ahí ese subtítulo de visual y «teórico», porque en aquellos momentos ,año 2004, había un renacimiento de las Artes de Calle, en forma de escuelas oficiales, de centros de producción, de festivales especializados en donde se podía acompañar los diferentes modelos. Los festivales, como el TAC, eran el aula abierta en la que los jóvenes y no tan jóvenes podían ir conociendo los lenguajes, los hallazgos, las concepciones más novedosas y más experimentadas. Y existía una mínima intención de teorizar, de saber las razones por las que se volvía a la calle, qué significaba el arte urbano, los porqués empleados por algunos para calificar de pasacalles, de gran formato, de intervención los espectáculos.

Hoy, a mi entender, se ha perdido cualquier posibilidad de orientarse en la confusión. Los programadores de festivales no tienen mucho donde elegir. Seguramente hay una franja muy alta, es decir muy cara, con necesidades de producción muy exigentes, que todavía marca un camino, pero el resto, está estancado. O muy estancado. Y ya no hablemos cuando vamos bajando a la realidad circundante, cuando se va a la calle con la urgencia de la subsistencia.

Es curioso que en estos últimos años, en paralelo a este aparente deterioro, se producían encuentros, organizaciones de compañías especializadas, mesas de debate, algún taller, pero todo quedaba en la espuma, en lo administrativo, en la legislación sobre pirotecnia, que será muy importante, no lo dudo, pero que mejor lo resuelven los bomberos y no los artistas, y siempre yendo por delante las cuestiones económicas. Desde aquí insistimos en lo de siempre. Es fundamental tener todo ordenado, administrativa, económica y legislativamente, pero por favor: que se haga buen teatro. Una buena producción no es la más cara, sino la que mejor responde artísticamente. Y eso se nota faltar.

Se abren muchos puntos de vista. Se me ocurre que a lo mejor es una cuestión nominativa y que algunos eventos se deberían llamar de Circo en la Calle. Lanzamos esta advertencia con la intención de llamar la atención a todos, para que se respete el concepto, para que pensemos sobre el futuro, salvemos la idea, el género. Para que no confundamos ni nos confundamos más, porque si todo se hace EN la calle, no habrá teatro DE calle .

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