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GUIdance. La vuelta a la casa del cuerpo

NOSTOS es una palabra griega que está en el origen de «nostalgia» y que significa «retorno a casa». El tema mítico de la vuelta a casa vinculado a esa emoción ambigua de la nostalgia. Quizás porque una nostalgia puede engendrar otra y otra y otra… porque cuando vuelves es porque dejas otro lugar y porque la llegada nunca te va a garantizar el reencuentro con aquello que anhelabas.

Nada vuelve a ser igual, todo fluye y cambia aunque sea de manera casi imperceptible, como acontece en la coreografía NOSTOS del colectivo portugués TOK’ART, dirigida por André Mesquita, que inauguró el 5º GUIDANCE (Festival Internacional de Danza Contemporánea) de Guimarães, el 5 de febrero de 2015.

En el amplio escenario del Gran Auditorio del CCVF (Centro Cultural Vila Flor) se derrama un paisaje musical profundamente evocativo, interpretado al piano por Simon James Phillips. Un torrente en espiral que avanza y se repliega. El piano de cola con varios micrófonos suena no solo en la pulsación del teclado sino también de las cuerdas o en la percusión de sus martillos sobre cuerdas apagadas por los dedos del músico.

Las dinámicas expanden o encogen el sonido para crear un entorno vibrante que se engancha a los paños de luz cenitales y laterales, principalmente, con un efecto estroboscópico, que irradian diferentes partes del cuerpo en movimiento, para fragmentarlo entre luz y penumbra o para ofrecérnoslo en su completa fisonomía.

Abre NOSTOS la música del piano en la oscuridad y, poco a poco, el movimiento en la horizontal de un bailarín que hace prodigios con su columna vertebral.

Este «solo» evoluciona a ras de suelo por entre las notas musicales y los haces dispersos de luz. Es tierra, pero a la vez es aire en su ligereza, hecha de desplazamientos casi etéreos, y es agua en un fluir que no parece tener ni principio ni fin.

Entra el resto del elenco en escena y se trenza una coreografía extremadamente física, derivando a momentos de dúo y otros corales en los que prima la diversidad del movimiento de cada bailarín y bailarina por encima de la unicidad.

La sensación de paisaje se acentúa precisamente por ese recurso a la divergencia de los movimientos de cada danzante, ejecutados en simultaneidad, además de la superposición e integración del movimiento musical que genera una sensación de viaje onírico, lleno de evocaciones.

Es cierto que el escenario envuelto en esos paños de luz cenital o lateral, con diseño de Nuno Salsinha y el propio coreógrafo André Mesquita, y en la música original de Simon James Phillips, constituye un espacio extraño, una especie de no-lugar, que demanda, con vehemencia, el encuentro de la casa, del hogar, en los propios cuerpos de Teresa Alves da Silva, César Fernandes, Filipa Peraltinha, Sylvia Rijmer y Woody Santana. Ellas/os son su propia fisonomía corporal y la fisonomía del movimiento donde habitan y desde donde nos abren las puertas. Ellas/os son la casa y su coreografía, la calidad de sus movimientos, esa vuelta a la morada, que es la vuelta a la danza hoy: a la danza contemporánea.

Una danza en la que se buscan esos momentos de belleza desvinculados de clichés. Ahí, NOSTOS, escapa de la vuelta a lugares comunes, a tópicos ya transitados, y emprende el viaje según un concepto paradójico de «nostalgia», porque el volver es aquí un descubrir nuevos caminos, sin renunciar a esa ambigüedad entre lo que se quiere decir y lo que realmente se dice, haciendo suyo el pensamiento de George Steiner: «Nunca conseguimos decir exactamente aquello que queremos decir, nunca conseguimos depurar la descripción o análisis verbal de una eventual penumbra de ambigüedad […]».

Velahí el título completo de esta coproducción del CCVF de Guimarães, Maria Matos Teatro Municipal de Lisboa, Teatro Viriato de Viseu y Espaço do Tempo, que dirige Rui Horta en Montemor-o-Novo: «NOSTOS (uma eventual penumbra de ambiguidade)»

Velahí aquellos versos de Uxío Novoneyra:

«Quen na outa tarde

anduvo a catar o aire

sabe que a sombra é máis

que unha lene escuridade.

O aire ten unha cousa

que se perde se ún a conta.»

(Quien en la alta tarde / anduvo catando el aire / sabe que la sombra es más / que una leve oscuridad. // … // El aire tiene una cosa / que se pierde si uno la cuenta.)

Quizás por eso, por la aceptación de lo maravilloso inefable, la danza contemporánea y, en este caso, NOSTOS de André Mesquita, renuncia a la coreografía ilustrativa o descriptiva de fábulas, centrándose en la inmanencia de los cuerpos y de lo que ellos mismos pueden proyectar desde la cualidad de su movimiento.

O esos momentos alucinógenos en los que unas nubes de humo blanco parecen danzar sobre el escenario bajo los efectos estroboscópicos de los paños de luz cenital que se lanzan hacia delante y hacia atrás, como una nostalgia que nos lleva hacia atrás o nos catapulta hacia delante.

Efectos teatrales, entendiendo por teatro (theastai) ese lugar donde miramos lo que se oye y lo que se ve, donde unos cuadrados de luz sobre el linóleo del suelo se agrandan e invaden todo el escenario o se encogen hasta configurar diminutas ventanitas, troquelando la imagen de los cuerpos danzantes. Unos cuerpos que, en algunos momentos, forman parte de esa penumbra espectral y ambigua y, en otros momentos, son el fuego primigenio de un lar.

La vuelta a la casa del cuerpo.

Afonso Becerra de Becerreá.

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