En corto y por derecho
Se me acumulan las sensaciones, las ganas, los deseos, la necesidad de expresarme, de sentirme partícipe, de comunicar con el exterior de mi mismidad sobre aquellas obras que me han parecido salirse de la rutina productiva y a las que encuentro sabiduría, inteligencia teatral, ambición, aciertos estéticos que se compadecen de manera perfecta con las intenciones y el fondo de lo presentado. Es un entretenimiento de sesenteros con ínfulas de modernidad, pero me siento en la obligación de mantener un discurso que escape del aplauso fácil, a loa lisonjera y que signifique algo más que un recurso retórico a modo de señal de vida.
He estado en la Cuadragésima segunda edición de la Feria de Artes Escénicas de Andalucía, que se celebra en Palma del Río (Córdoba) y de entrada sin preámbulo quiero señalar que mantiene el tono, la participación, la magnífica sensación de que confluyen los intereses de los profesionales allí presentes, con la presencia de un buen número de espectadores locales, lo que es importante señalar dado que esta presencia de no profesionales, hace vivir de manera más real a las obras y espectáculos presenciados, además de poder considerarse esta fidelidad del paisanaje, de la ciudadanía, de los espectadores como un logro conseguido por los responsables de esta feria a lo largo de estas décadas.
De manera sencilla y, me supongo que también de manera subjetiva, me ha parecido una de las ediciones en donde han confluido en su programación algunas de las compañías y grupos con las obras más importantes, algunas que ya tienen algún recorrido y otras que hemos descubierto, a las que auguramos (o deseamos) una magnífica vida en los escenarios, en todos los géneros y formatos, lo que para un feriante pasivo, es decir ni compro ni vendo, es una manera de sentirse cercano a una felicidad compartida porque, como siempre, estos eventos se complementan con el ambiente, las personas con las que compartes impresiones, cenas, desayunos y tertulias pasionales o cerebrales.
Sin ganas de hacer una lista, voy a reseñar de manera aleatoria las obras que considero han tenido una calidad por encima de la media y no voy a referirme a la obra que se ha llevado el premio del jurado “Empaque” de la compañía Chicarrón, que sin lugar a duda se puede destacar, pero en mi opinión se han visto otras muy superiores en todos los elementos fundamentales que participan en una puesta en escena.
El “Rei Lear” de Chapitó lo vimos hace unas semanas en Beja, por lo que la reseñamos por ser esta compañía un clásico contemporáneo en ferias y festivales y que siempre atrapa a los espectadores. Estrenaron Las Niñas de Cádiz su nueva obra “La reina brava” y de nuevo apareció esa sabiduría en la dramaturgia de Ana López Segovia, para contarnos un hecho de una manera chispeante, es decir una buena dramaturgia, una dirección efectiva de la misma Ana, e interpretaciones de esas que dan ganas de comerse a las actrices dentro de lo que ellas definen como drama satírico ibérico.
Cuando Atalaya anunció que iba a poner en pie “El Rey se muere” de Ionesco, confieso que entre en una duda metodológica, pensando las razones para acercarse hoy a este texto, y, sobre todo, pensando en el estilo o metodología de Atalaya y la estructura de la obra de Ionesco y todavía más, cómo sonaría hoy este texto y el resultado es excelente. Por una opción muy inteligente, dejar que el texto respire, al que se le ha aplicado la mecánica de Atalaya en la puesta en escena, pero con un trabajo de interpretación que se mantiene en unas cotas de calidad y de aplicación de los principios de la termodinámica actoral, es decir trabajar dentro de la supra estructura marcada por el equipo de dirección, pero tratar a los personajes no como parodias, sino como complejos personajes que deben proporcionar claves significativas para entender el texto, el contexto y el subtexto que aplica a las situaciones de nuestros tiempos. Muy buena.
La compañía Exlímite, es decir Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro en la interpretación y Juan Cancero en la dirección, ofrecieron “Las apariciones” texto estrenado en Madrid y que abunda en las propuestas de este equipo, siempre con excelente y vibrantes textos de Fernando Delgado, hechos a la medida de la pareja de actores, pero en esa ocasión entrando en un disloque temporal, en un juego escénico exigente hasta la extenuación pero que nos va llevando de una manera exuberante por unas peripecias de una supuesta autoficción, su cuestionamiento al chocar los recuerdos, la memoria, lo que fue y lo que recordamos, pero desbordada por salidas narrativas que lo convierten en un disparate escénico muy abrasivo, divertido, pero que va dejando señales de unas denuncias sobre situaciones muy reconocibles, aunque desfiguradas intencionadamente para que desde lo burlesco impresionista, quizás el esperpento o la libertad de hibridación, adquieran otra dimensión. Un magnífico trabajo.
Se llevaron hace unas semanas el Premi Max al mejor espectáculo musical y podría haberse llevado más, porque “Farra” de la Compañía de Lucas Escobedo, logra una farra barroca a base de usar textos de los clásicos a modo de señuelo, pero tratados con una libertad absoluta y trufándolos de malabares, aros, músicas, muchas músicas, canciones y mucho humor en un despliegue de energía escénica inconmensurable, contagiosa, lo que nos hace sentirnos partícipes de una fiesta de la poesía literaria, sonora, corporal, circense, una mezcolanza que nos trasfunde sabiduría, sutileza, fuerza y con algunas interpretaciones, especialmente de las actrices, realmente inconmensurables. No se la pierdan si se anuncian en sus lugares de residencia. Es una gozada, una maravillosa muestra de qué hacer hoy con referencias al ayer sin mistificaciones. Es irse de farra teatral.
Si existe un teatro por mí conocido que no acaba de ser ideal para mostrar los trabajos de La Zaranda, ese es el Coliseum de Palma del Río, donde vimos “Todos los ángeles alzaron el vuelo”, su última obra, donde incorporan de nuevo personajes femeninos y se mueve con todos los lenguajes textuales y escénicos de su reconocido estilo. Siempre plantean asuntos con personajes de la periferia de la sociedad, del dolor de la existencia, para entender la condición humana. En ese camino traspasan todas las barreras, todos los tópicos y se instalan en un arte escénico que roza lo sublime. Los “zarandos” camuflados bailamos al son de su poética.
Vimos más, hubo mucho más, pero esta es mi selección subjetiva, suficiente para darle un notable alto a esta edición.

