Gotera
Es mínima, pero dada la repetición en medio del silencio, su sonido apenas perceptible, se me ha hecho insoportable.
La gotera en medio de la noche me tiene al borde de la locura.
Como muchas cosas, quizás demasiadas, pasan de manera desapercibida, eso, hasta el momento en que nos damos cuenta de su existencia y ya no podemos abstraernos del hecho.
Pasa con la más amplia gama de situaciones y no solo con las desagradables, como, en este caso, puede ser una miserable gotera.
La sociedad de ritmo frenético en la cual vivimos nos ha puesto anteojeras, esas como las de los caballos de carrera. Solo vemos hacia adelante, y no muy lejos. La inmediatez nos ha robado la posibilidad de futuro y, aunque algunas desafortunadas excepciones tienen la capacidad de planificar a largo plazo, sin saber cómo, todos tendremos un futuro.
¿Qué tan largo?
Nadie lo sabe y salvo algunas mentes más frías y calculadoras, el resto no pensamos a largo plazo, y cuando ese plazo se ha cumplido, ya es tarde.
No corremos tan rápido como los caballos, aunque a veces diese la impresión de que estamos desesperados por cruzar la meta primero, sin importar a que costo, y la verdad, es que ni siquiera somos capaces de distinguir cual podría ser la meta.
La inmediatez, al no ser siempre posible, nos va generando gradualmente frustraciones acumulativas que muchas veces terminan en depresión.
Volviendo de nuevo a la idea de la gotera, el vaso solo se rebasa con la ultima gota, la cual puede ser muchísimo menor a todas las anteriores.
Ok ¿y?
Si hay algo que necesita de tiempo para ser apreciado, ese es el arte. En cualquiera de sus manifestaciones, mientras más tiempo nos demos para apreciarlo, más podremos leer entre líneas el mensaje implícito en él.
En más de una ocasión he escuchado que la labor de un artista es la de hacerle preguntas al inconsciente, pero que no está en la obligación de contestarlas.
El creador necesita tiempo para darle forma a su creación, la cual suele mutar desde una idea inicial hasta un resultado final, y quien es participe o espectador de una pieza artística, necesita tiempo para apreciarla, abrir la mente y encontrar las respuestas a las interrogantes entre líneas, las cuales perfectamente podrían no estar en la voluntad inicial del creador. La pieza artística no existe sin un creador, no existe sin un espectador y no existe sin el tiempo adecuado.
Podemos usar el arte en nuestro favor, no como una diciplina utilitaria, sino como una necesidad a la cual muchos, se niegan.
¿Cuántos al despertar encienden el televisor para enterarse de robos, asesinatos, violaciones, estafas, y cargarse de negatividad?
¿No será mejor levantarse al ritmo de una melodía?
¿Cual?
La que más nos plazca.
Puede que el Heavy Metal sea vilipendiado por muchos, pero se debe recordar que la obra de Mozart también fue criticada.
No soy quien para catalogar una expresión humana de arte o no. Solo digo que las anteojeras no nos permiten ver el infinito de posibilidades que nos rodean.
Que otro caballo gane la carrera, yo prefiero caminar pausadamente, apreciando las maravillas de la creación tanto humana como divina.

