Pese a que pareciera improbable
Durante este año, he estado explorando y enseñando procesos creativos basados en la adaptación. Y sí, el teatralizar materiales no teatrales o adaptar para determinado contexto una obra de teatro, también implica una dosis abundante de imaginación.
Una de las ventajas, por llamarlo de algún modo, de realizar un ejercicio de teatralización de un cuento, es que el cuento ofrece un mundo posible que ya está organizado, definido e inventado. Lo mismo ocurre con el segundo caso, cuando hay una decisión de trabajar con una obra de teatro, pero después de una atenta lectura se llega a la conclusión, dado el contexto de la población con la que se va a trabajar y sus circunstancias particulares, que vale la pena reorganizar algunos de sus elementos temáticos o formales. Esto, porque en contextos educativos las lecturas de los materiales referentes deben apelar a los objetivos propios y necesarios de un proceso de formación. En este caso, esa “adaptación” no pretende deslegitimar y desacralizar una obra de teatro y mucho menos a su autor, sino reorientar su universo a las necesidades y realidades de una población, que a lo mejor no conoce el teatro, y porque el ámbito de la educación requiere rutas singulares.
Pero ¿quién no va a conocer el teatro? Y parece una afirmación tan absurda como ridícula. Sin embargo, en el país donde nací, muchas personas que residen afuera de las capitales nunca, o casi nunca, han tenido este tipo de experiencia.
Y sí, así de desigual es la vida en pleno siglo XXI.
En cualquiera de los dos casos, en los procesos y ejercicios de adaptación llevados a cabo, tanto los estudiantes de pregrado como los doctorandos, caen en una tendencia que ha llamado mi atención, y es que se salen del universo del material referente y terminan escribiendo escenas y situaciones que poco o nada tienen que ver con los mundos de ficción usados como referentes.
¿Por qué?
Y me atrevo a pensar que quizás se debe a una necesidad de inventarse un nuevo mundo “para” o “por” ser creativo. Entonces he tenido que insistir mucho en la afirmación que hice al principio, pese a que pareciera improbable, y es que el ejercicio de adaptar también implica una dosis abundante de imaginación.
Manuela Vera Guerrero
Domingo 26 de octubre del 2025
Bogotá, Colombia.

