Escritorios y escenarios

La falsa fachada

El teatro no está exento del juego de las apariencias. Pero esta vez me refiero al juego de las expectativas que genera la promoción de una obra de teatro por las redes sociales. Y, muchas veces olvidamos lo obvio, la enorme diferencia entre un producto de difusión y promoción, cuyo objetivo es convocar espectadores, y un comentario crítico cuyo propósito analítico, explicativo y rigurosamente valorativo sigue otro fin.

También hay que aceptar que, a veces, parecen lo mismo. Y que el video promocional toma la apariencia de un comentario realizado por alguien con criterio “especializado”.

Pese a que todos tenemos opiniones, perdemos de vista, rápidamente, que las opiniones también tienen una posición y que tienen toda una gama de matices y objetivos.

Estos videos promocionales también tienen una variedad de manufacturas y formas de ofrecer y construir sus contenidos. Hay algunos que resultan materiales precarios y otros de una riqueza técnica que descresta. Pueden ser elaborados por el grupo que monta la obra y/o las instituciones que lo patrocinan.

Incluso hay un formato en el que se recurre al “testimonio”. Y, apenas usted sale de la obra, alguien le propone que deje su opinión frente a una cámara. Yo soy experta en huir de esta propuesta, me incómoda mucho como espectadora, aun cuando la obra me pareció extraordinaria. ¿Imagínense si no?

Estos videos promocionales también pueden ser elaborados por “influencers” que, por alguna misteriosa razón, decidieron dedicarse a divulgar el teatro. Esto ha venido ocurriendo en mi territorio. Cosa que, en todo caso, me parece interesante. Así pues, han ido apareciendo personas, jóvenes, que asisten regularmente al teatro y hablan de las experiencias tan increíbles que vivieron en tal o cual función.

Y pareciera que estos videos hablaran de las obras de teatro y que les hicieran justicia, pero no. Más bien solicitan la asistencia del público para que “vengan a ver la obra”. En otras palabra, es propaganda. Y eso es lo que se nos olvida. Al teatro le ha tocado hacerse propaganda y asimilar otros tantos procedimientos propios del capitalismo. No digo que este mal, lo que digo es que olvidamos verlo como lo que es.

Y al final, cuando asisto al teatro mis percepciones de la obra terminan siendo muy diferentes de lo que se alcanza a percibir en un video promocional.

Bogotá, Colombia
Domingo, 23 de noviembre del 2025

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