Sud Aca Opina

Pinky y Cerebro

Tenemos 2 hijos y siempre decimos que tenemos la fortuna de tener a Pinky y Cerebro. Para quienes no conocen estos nombres, son 2 personajes de dibujos animados transmitidos por televisión, en que Cerebro, como su nombre lo indica, toma decisiones basadas en la razón e intelectualiza todo, mientras que Pinky, es muscular e incluso hiperquinético en su actuar. Uno es introvertido y el otro extrovertido. Uno prefiere leer, informarse o programar en el computador, mientras el otro ama el deporte, la naturaleza y caminar.

Nos sacamos el boleto premiado.

Intentamos potenciarlos en sus fortalezas, siempre y cuando no desconsideren el mejorar sus debilidades.

Al que le gusta correr, prácticamente debemos obligarlo a estudiar, mientras al que le gusta estudiar, debemos forzarlo a moverse.

Sin que exista certeza de ello, la frase «no juzgues a un pez por su habilidad para trepar un árbol», atribuida a Albert Einstein, calza perfecto con lo que intento exponer.

Antiguamente se consideraba inteligente a quien se sacaba un muy buen promedio de notas en el colegio y tonto al que no lo hacía, es decir, se debía ser bueno en todo o de lo contrario se era tonto, pero si alguien es apasionado por las matemáticas y además se le hacen fáciles ¿por qué se le debe exigir ser bueno en historia?

Hoy por fin el ambiente educativo está manejando el concepto de altas capacidades en materias diferentes, potenciando en lo que se es bueno y solo cumpliendo en aquellas áreas donde no se tienen habilidades.

La inteligencia no es solo matemática, no es absoluta, sino que también existe en otras áreas como la música, el deporte, la historia, la danza… Parece extraño eso de tener inteligencia relacionada con la actividad muscular como puede ser el deporte o la danza de alto rendimiento, pero es innegable la cuota de constancia y sacrificio que se requieren como para tener logros, y ese esfuerzo, solo puede obtenerse si se es suficientemente inteligente como para comprender la relación directa entre dedicación y resultados.

Siempre les repetimos a nuestros hijos que el ser inteligente es la capacidad de ser feliz y no la de alimentarse el ego con la falsedad lisonjera de quienes puedan tener intereses particulares en ellos.

Alguien que ante la pregunta ¿cuánto es dos y dos? responde veintidós, no es que sea tonta, sino que tiene un enfoque mucho más amplio de la vida de quien responde lo obvio.

Se está poniendo de moda la expresión que para solucionar los problemas se debe salir de la caja, que no es otra cosa más que darle un enfoque diferente a la problemática de siempre.

Obviamente han existido inteligencias superiores que han hecho grandes aportes para el progreso de la humanidad y se han transformado en hitos de referencia, pero rara vez nos damos el tiempo como para informarnos de los sacrificios que tuvieron que hacer a lo largo de sus vidas, y no solo personales, sino que familiares también, como para lograr ese reconocimiento.

No vale la pena llegar a ser multimillonario gracias a la inteligencia que se ha tenido para hacer negocios si al final de la vida se termina solo viviendo en la habitación de un hotel, o ser considerado el más inteligente del planeta si nunca se logró una relación satisfactoria con la familia

¿No será mejor el ser suficientemente inteligente como para vivir rodeado de afectos?

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