Reportajes y crónicas

Todo y Nada

El pasado sábado 1 de noviembre finalizó la 40ª Edición del FIT de Cádiz. Con gran ambiente y totalmente abarrotada, la Plaza de la Catedral fue el lugar elegido para el cierre. Los encargados del fin de fiesta fueron los castellonenses Xarxa Teatre que estrenaron “Babel”, espectáculo multimedia para todos los públicos que cumplió con las expectativas del público asistente.

Desafortunadamente, horas antes, en el Teatro de la Tía Norica, otro estreno en España: “Las cosas que perdimos en el fuego” -con dramaturgia y dirección de Leonel Schmidt- decepcionó profundamente. Una vez más, un experimento con origen en relatos, en este caso de la autora Mariana Enríquez, demuestran que Narrativa y Dramática no siempre pueden ir de la mano. Todo sobraba en esta fallida propuesta de la productora uruguaya Trama Cultural. Mal planteamiento escenográfico, iluminación tosca, relatos y acciones actorales simples y a veces confusas. Desarrollo discursivo, expositivo y poco interesante que hacían que todo fuera prescindible, la propuesta en sí misma dentro de la programación del FIT era perfectamente prescindible. Todo era aburrido en el más estricto sentido escénico de la palabra. Desatino total.

Afortunadamente, más tarde, en el Gran Teatro Falla todo cambió con la presencia de los colombianos de Teatro Petra. Con “Labio de liebre”, el siempre interesante y sorprendente dramaturgo y director Fabio Rubiano, nos hizo vivenciar los miedos más profundos de quien se sabe culpable de sus actos y que, incapaz de afrontarlos en el plano consciente, le regresan a su realidad cotidiana a modo de espectros con los que termina cohabitando. Salvo Castello, un hombre que ha cometido crímenes atroces, sufre arresto domiciliario en un lugar remoto. Es entonces cuando los fantasmas de sus víctimas se presentan ante él, buscando que el siniestro y malvado Castello recuerde sus nombres y lo que les hizo en el pasado.

Si bien es cierto que el trasfondo temático de la obra puede estar enmarcado dentro de lo político, pues nos deja ver la cara más inhumana del conflicto armado en Colombia con su devenir entre venganza y perdón de todas las partes implicadas, lo verdaderamente importante aquí es la trascendencia de la necesidad de perdón y de paz interior de cualquier ser humano consciente de su situación cuando le carcome la culpa.

La propuesta de Rubiano es profunda y consecuente. En este montaje, nada sobra, todo se complementa a la perfección, desde la escenografía hasta el tono a veces fársico de las interpretaciones, desde el espacio sonoro en tonos graves que escuchamos incluso antes de apagar la luz de sala, hasta la iluminación a veces fría y a veces cuasi onírica. Nada en esta propuesta es gratuito o injustificado sino todo lo contrario. Un montaje que cala por su planteamiento estético y temático. ¿Cómo poder abstraerse de la necesidad de reconstrucción y restitución del honor y la necesidad de perdón? ¿Puede haber algo más angustioso que no saber dónde se encuentra el cuerpo de una hija o el cadáver de un progenitor o un hermano? Obra redonda y construida con gran talento, oficio y sabiduría de quien sabe tocar mimbres a través de una trama inteligente y una técnica impecables.

Una última jornada en la que pudimos ver quizás la propuesta más vacía en la que todo sobraba; y por otro lado, esta maravilla del teatro latinoamericano con Teatro Petra en la que nada faltó.

Cádiz, Noviembre 2025.

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