Arenas ensangrentadas

 Instrucción militar, guerra de Irak, la tripulación de un blindado yanqui donde se concentran polacos, árabes, centroamericanos, un mexicano y un gringo. Una descripción metodológica, un texto en espiral, que se enrosca en sí mismo, que se llena de trampas dramatúrgicas, de cambios de espacio, tiempo, relato, en donde se huele el miedo, se mastica una arena de un desierto que para algunos se confunde con la arena que masticaron cuando entraron clandestinamente en USA sin saber que su destino iba a ser ese blindado al que le acaba de estallar un misil en sus bajos.

Si el texto de Jaime Chabaud es rotundo, en cuanto a romper cánones, la propuesta de dirección de Marcos Vieyra ha encontrado la forma exacta para trascender, para que cada palabra se convierte en una acción física, en donde a base de unas maderas se construye un mundo, varios mundos, una cosmogonía en donde se sitúan unos actores llevados al límite físico, en el punto de romperse por la exigencia de ejercicio, movimiento, palabra. Y logran algo tan difícil como es conjugar la violencia con la poesía, la brutalidad con la ternura, la locura inducida de una situación de guerra con las ansias del mexicano que sabe que su única manera de integrarse, de convertirse en ciudadano yanqui es alistarse en el ejército donde encontrará un destino definitivo: la muerte.

Gran espectáculo en sus concepciones, teatro que duele, que araña en la conciencia, que se vive como una pesadilla. El último teatro mexicano tiene estas maravillas que deberían ser disfrutadas con mayor profusión.

Carlos GIL

Obra: érase una vez – Autor: Jaime Chabaud – Intérpretes: Margarita Lozano, Christian Cortés, Leonardo Zamudio, Julian Perdomo, Hasam Díaz, Antonio Zuñiga – Dirección: Marco Vieyra – Producción: Carretera 45 Teatro (México) – Lugaritz – Donostia – 09-03-16 dFERIA

(Publicada en el peiródico GARA del 11-03-2016)