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Miss Shangay Lily estrena el espectáculo musical ‘Burgayses’

El próximo 6 de octubre el Teatro de las Aguas de Madrid acogerá el estreno de «Burgayses». En esta serie de monólogos combinados con canciones de baile, la siempre mordaz Miss Shangay Lily analiza con ingentes dosis de ironía y mucho humor la sociedad actual en sus incongruentes contradicciones. En esta ocasión, su peculiar mirada se centra en las minorías y específicamente en una nueva especie que ha surgido dentro de todas ellas: los troyanos (como los virus informáticos se hacen pasar por un regalo y acaban destruyendo el sistema de la minoría que infectan) o trequiroles (trepas y esquiroles, una joya) que venderían a su propia madre por un poco de poder (bueno, esta figura literaria no es muy sofisticada, pero seguro que a más de uno se le ha venido a la cabeza un compañero o compañera de multinacional clavando puñales dorsales a diestro y siniestro). Estos engendros no tardan mucho en escalar pisando dentro de la minoría que vampirizan para convertirse en la élite.
Una ambiciosa élite que abraza la mirada más conservadora, el conformismo más inmovilista y una sed insaciable de dinero para beneficiarse de años de lucha y activismo que si bien no consiguieron la conquista de sus reivindicaciones, al menos impusieron una compleja red de códigos de respeto que hoy conocemos como lo políticamente correcto.
Y será este código de lo políticamente correcto el que propiciará que esta corrupta élite, aplicando las peores estratagemas capitalistas, capitalice la discriminación positiva, la legislación e incluso la visibilidad que estos activistas consiguieron para convertirse en los nuevos caciques, los nuevos terratenientes, los nuevos oligarcas. Una nueva generación post-minoría que no quiere saber nada de su pasado y que se apresura a copiar las estrategias de sus antiguos verdugos, que a su vez se aprestan a adoptar muchas de las claves culturales de esas minorías que antes criticaron. Un embrollo considerable, vaya.
Porque en este proceso de asimilación e intercambio de papeles se han producido situaciones verdaderamente rocambolescas como la mujer más machista que los hombres que machacaron a sus antecesoras, o los emigrantes más conservadores y patrioteros que el más cerril de los nacionalistas anti-emigrantes, o el obrero más reaccionario que el más usurero de los patrones, o el donjuan más afeminado que el más afeminado de los homosexuales, o los homosexuales mas misóginos y homófobos que el peor de los machistas abrazando instituciones reaccionarias como el matrimonio… pareciera que todo el mundo quiere ser el de enfrente. Y ya nadie sabe dónde está… en la cima.
Pues bien, en el caso de la comunidad gay el paradigma de este proceso de mimetismo e intercambio de papeles lo encarnan a la perfección los burgayses, ambiciosos empresarios que se han beneficiado de décadas de activismo y lucha para convertir esos beneficios en suntuosos privilegios. Unos privilegios que ignoran al grueso de la comunidad (a los menos corruptos). Y es que esos pocos privilegiados, a fuerza de capitalizar la tan de moda marca “gay” con las más refinadas técnicas de marketing (o mafioseo monopolista) han levantado un verdadero imperio: el imperio burgays.
Porque los burgayses en su mayoría son gaympresarios que han sabido sacar partido al repentino interés de la sociedad heterosexual por la rica y avanzada cultura homosexual. Aunque sólo en su vertiente más frivolona y folclórica. Irónicamente, han sido los generadores de esa cultura, de esa imaginería, las tradicionales locazas, travestis y tortilleras camioneras, la genuina base de la comunidad homosexual, las primeras víctimas de esa nueva clase burgaysa. No es de extrañar sin embargo si se tiene en cuenta que su objetivo principal ha sido en todo momento ser considerados «normales». Lamentablemente, para los burgayses «normal» está peligrosamente identificado con «heterosexual». Así que nos hemos encontrado en la paradójica situación de vender nuestra parte más folclórica y frivolona (que también es la menos sexual y más externa al haber sido en el pasado un mecanismo caricaturesco para ser aceptados en la sociedad intolerante como caricatura de las mujeres) mientras intentamos erradicarla y ser lo más parecidos posible a los heterosexuales, los mismos que a su vez están copiando y comprando ese folclore carnavalesco. Un verdadero enredo de sainete.
A todo este panorama hay que sumar el salvaje modelo capitalista que esta nueva clase ha abrazado. Los burgayses son el epítome del consumismo, el marketing y el capitalismo. Así que no se extrañen si reconocen en estos personajes a algún ambicioso compañero de multinacional, a algún empresario corrupto, o incluso a algún político desalmado que ha hecho una carrera de su manipulación. Son las reglas del mercado capitalista: el monopolio hace la fuerza.
Para los que piensen que los burgayses son un fenómeno que sólo compete a los homosexuales, se equivocan. Los burgayses evidencian un proceso que afecta a toda la sociedad, un proceso de aburguesamiento que ha llegado hasta las periferias. Las minorías que antes sólo podían adoptar las formas más extremas de representación para incluirse en la sociedad, hoy en día adolece de un conformismo, una derechización y un aburguesamiento paradójicos.
¿Para llegar arriba tienes que pisar a los de abajo?

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