Zona de mutación

Propiedades emergentes

Lo primero que surge decir, frente a la ruptura de los mecanismos tradicionales de representación, que quienes eran sus emblemáticos ejecutores, los actores, aparecen debilitados. Sus armas no son muy firmes. La materialidad escénica desafía a portar a ella una capacidad de convocar presente como nunca antes. Pero un ‘presentismo’ extremo, torna a la experiencia en un frenético paso de imágenes, sin historia, que condena al solipsismo o a lo efímero. Pero hay que combatir la perplejidad, asumiendo que tomar desafíos con las armas de un paradigma obsoleto, no hará más paralizar todo acceso consistente a los problemas.

La construcción de presente, sus máquinas, son un devenir en lo abierto, un pareidólico fluir de la imagen que va anclando por analogía en emergencias de sentido. Pero eso es un punto de llegada que debe empezar por un cúmulo de estímulos que trabajen sobre la red neuronal. El arte contemporáneo tiene mucho de apofénico, esto es, condición para trazar líneas de sentido imprevistas, pero estas son imposibles sin una base experiencial previa. Si no hay experiencia del paisaje, éste no nos contiene. De la misma forma, esas líneas de sentido resultan de una aptitud autoorganizativa.

Siempre queda picando que toda generación de un lenguaje, no es traductivo o develador de otro ortodoxo que pre-existe. Se trata de un nuevo patrón de ordenamiento de las percepciones, que en su desborde de la linealidad, se nos ofrece en su idoneidad para hacer aparecer otras capas de las cosas. Es como recuperar un estadio de bebé, teniendo en cuenta su capacidad para configurar configurar formas, objetos y demás.

Las investigaciones en neurociencia avalan crear renovados campos de probabilidad habilitando nuevos cuadros de conexión neural. Toda autoorganización es precaria, vale para un solo trance, luego surgen otros azares, otras arbitrariedades, para conformar un nuevo y posible aquilatamiento. La neurociencia, puesta la mirada desde la creatividad artística, sostiene que el activamiento de la conectividad intercelular potencia las cualidades no sólo cerebrales, sino globales del organismo.

Lo que el sistema psico-físico genera, es mayor disponibilidad, mayor optimización, mayor predisposición a reordenar, si se quiere, lúdicamente sus reconexiones neuronales. La particularización de un sentido, en medio de un océano de posibilidades, es el juego de una libertad perceptiva, es el desafío a una mayor amplitud mental. No sólo el juego de los libres sino el juego de los abiertos.

El reconocimiento en medio de una variedad de posibilidades de configuración, se va nutriendo con la experiencia. El producido creativo constituye un sistema complejo en donde el agente organizador opera luego no sólo con una técnica sino con una ética correlativa.

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