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Entre el National Theatre y The Old Vic

Regreso a las Islas Británicas para mejorar mi idioma, porque los idiomas deben trabajarse, como se trabaja en un huerto, un cuerpo o el teatro, todos ellos organismos – teatro, lengua, cuerpo o huerto – que, de la misma manera que se forman, se deforman, porque son organismos vivos y la ciencia infusa no existe. No existe, al menos no desde que Eva y Adán fueron expulsados del Paraíso.

Para mí, el paraíso son las artes escénicas, cuando el objeto artístico es un organismo vivo, cuidado y cultivado como un huerto o un jardín.

Escribo desde mi habitación en una residencia de estudiantes en Oxford. El eterno estudiante tiene árboles autóctonos frente a la ventana y, al otro lado de la calle, un prado con un césped perfecto. Hoy, domingo, comprendí mejor esa perfección al ver que, en lugar de vacas pastando, hay golfistas. Mientras observo sus ceremonias, pienso en la dosis de teatro de casi seis horas que me administré ayer, sábado, en Londres, con dos funciones. En la sesión matutina, a las dos y media de la tarde, ‘Girl From the North Country’ en The Old Vic Theatre, con texto y dirección de Conor McPherson y temas musicales de Bob Dylan. A las siete y media de la tarde, en la sala Lawrence Olivier del National Theatre, con texto de Tim Price y puesta en escena de Rufus Norris, anterior director artístico de esta institución que, desde esta primavera, está en manos de Indhu Rubasingham, prestigiosa directora británica de origen hindú.

Teatros abarrotados, con muy pocas entradas disponibles a pesar de su elevado precio. Funciones con todas las entradas agotadas. Quería ver la nueva obra de Suzie Miller, titulada ‘Inter Alia’, un análisis de la masculinidad y la maternidad a través de la figura de una jueza en la cima de su carrera, pero las entradas están agotadas hasta mediados de septiembre, fecha de finalización de las funciones. Miento, quedan algunas entradas que rondan las cien libras para dos días de agosto y uno de septiembre, siendo el aforo de la sala de casi 900 personas.

Los engranajes del teatro funcionan a pleno rendimiento. Se puede observar que el sector de los espectáculos es uno de los principales atractivos de Londres y una máquina de hacer dinero. Formatos mayoritariamente convencionales, dentro de los cánones del teatro dramático que representa historias y personajes, brillantemente interpretados en todos los niveles, para satisfacer los paladares más exigentes. Y, por supuesto, los famosos musicales del West End.

Aquí están los dos ejemplos que vi este sábado, 19 de julio de 2025.
‘Girl From the North Country’ se ambienta en la década de 1930, en una pensión de un pequeño pueblo de Minnesota durante la Gran Depresión. Allí asistiremos a los encuentros de personajes locales y otros de paso, con las historias que traen consigo y las que sucederán ante nuestros ojos.

Me encantó la forma en que el estilo de narración oral se amalgama con escenas realistas y musicales, sin caer en los manierismos más convencionales del teatro musical. La integración de músicos en escena y de los propios actores tocando y cantando contribuye a profundizar en los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos. Esto permite a esta comunidad representar y sintetizar cualquier comunidad humana, en un contexto histórico adverso de precariedad.

¡Voces maravillosas! Hermosos temas musicales, con esa mezcla de folk, blues, rock, góspel y country. Dos funciones el sábado con entradas agotadas y el público de pie.

Otro ejemplo podría ser ‘Nye’, protagonizada por Michael Sheen, Sharon Small y Jason Hughes, aunque la obra es fundamentalmente coral. Casi dos horas y media de disfrute gracias a las escenas dinámicas, que recrean la vida de Aneurin “Nye” Bevan (1897-1960), político del Partido Laborista galés, responsable de la creación del Servicio Nacional de Salud británico.

La obra de Tim Price sintetiza los mejores datos históricos y biográficos para estimular nuestra cooperación emocional e ideológica, despertando nuestra conciencia sobre la importancia de un sistema de bienestar social.
Desde la cama del hospital, en los últimos momentos de la vida de Nye, sedado con morfina, presenciamos un viaje alucinante desde su infancia, en la industria minera, hasta su cargo como ministro de Salud y Vivienda.

La creativa puesta en escena nos sorprende con una combinación de telones y mobiliario, similar a la de las habitaciones de hospital, recreando con ritmo cómico escenas en la escuela, en las profundidades de la mina, en la Cámara de los Comunes, en oficinas gubernamentales, en grandes asambleas…
La coreografía y todas las transformaciones del elenco, junto con el carisma de Michael Sheen, garantizan que esta historia nos entusiasme.

Un teatro lleno, con un aforo de 1100 personas, que aplauden de pie.
Salgo del teatro impresionado, no solo por lo que vi en el escenario, sino también por toda la infraestructura material, económica y humana que lo rodea. Y, sobre todo, comprobando que todo esto no es un gasto, sino una inversión que la sociedad británica, llena de diversidad, así como las personas que visitamos, apoyamos y de la que formamos parte.

P.S. – Artículos relacionados:

“El cable inglés”. Publicado el 13 de agosto de 2022.

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