Shakespeare sobre la hierba
Continuo con el intensivo británico. Esta semana ha sido muy shakespeariana. El martes, 22 de julio de 2025, me fui a ver ‘MUCH ADO ABOUT NOTHING’ (Mucho ruido y pocas nueces) por la compañía Wild Goose Theatre, en el patio del Castillo de Oxford. Teatro al aire libre. En la función estaba rodeado de adolescentes, debían ser el noventa por ciento del público que llenaba la grada y las sillas, y pude sentir cómo todo el mundo lo estaba pasando de maravilla con esta comedia. Ambientada en la primera mitad del siglo XX, el elenco desplegaba una elocuente fisicalidad que nos enganchaba. También los contrastes bien equilibrados entre los personajes más cómicos y los más amargos (o amargados), los conspiradores. Los juegos de disfraz y de los equívocos entre los enamorados eran gags de humor blanco, sencillos y tremendamente eficaces, complementados con un cierto estilo clown en algunos de los personajes.
El jueves 24 de julio pude asistir a la apertura del proceso de creación de ‘WE CALIBAN’ (Nosotros/as Caliban) de la coreógrafa británica de origen hindú Shobana Jeyasingh, en el Jacqueline du Pré Music Building del St Hilda’s College de la Oxford University. Una mirada poscolonial a ‘LA TEMPESTAD’ de William Shakespeare, en la intersección de India e Inglaterra. La coreógrafa Shobana Jeyasingh, junto con Catarina Carvalho (directora de ensayos) y los jóvenes bailarines Tanisha Adicott, Gabriel Ciulli, Tabitha O’Sullivan, Holly Vallis, Julia Costa, Natnael Dawit, Oliver Mahar y Raul Reinoso Acanda, nos ofrecieron algunos bocetos de ‘WE CALIBAN’, coproducida por Sadler’s Wells. Me encantó el enfoque en los encuentros entre Miranda y Caliban, la dignificación del personaje nativo de la isla. Me encantó la fusión de algunos movimientos de danza clásica de la India (visibles sobre todo en el trabajo de manos y brazos) con la danza occidental contemporánea. Me encantó cómo la filigrana coreográfica crea un universo mágico y evocador. Además, la conversación y las explicaciones de Shobana fueron muy estimulantes e iluminadoras.
El viernes, 25 de julio, en un prado, sobre la hierba, y rodeados de árboles autóctonos, en pleno Parque Universitario de Oxford, asistimos a la obra de Shakespeare ‘TWELFTH NIGHT’ (Noche de Reyes), interpretada por la compañía Oxford Theatre Guild, que celebra su 70º aniversario. Esta comedia de amor, confusión de identidades y engaños se interpreta con una agilidad lúdica. El elenco sabe cómo ganarse la complicidad del público con sencillez, para que las escenas cómicas funcionen. Y también saben cómo generar emociones sin ninguna carga psicológica. Podemos apreciar la evolución de los personajes y comprender las situaciones, sin que los actores tengan que experimentar sus emociones. Las producen de una forma tan coreografiada y elocuente como el movimiento, los gestos o la dicción. Malvolio es “she” (ella), por lo tanto, se trata de una atracción lésbica por Olivia, su señora, reforzando una posible lectura “queer”. El estilo de esta fantasía es de los años 80, al igual que los grandes éxitos musicales utilizados, y termina con todo el elenco cantando «Caravan of Love».
El sábado, 26 de julio, rematé mi semana shakespeariana con la tragedia ‘ROMEO AND JULIET’ en el Globe Theatre de Londres, dirigida por Sean Holmes. El género del western, por la violencia y el peligro típicos, se adapta muy bien a la historia de fiestas y peleas entre Montescos y Capuletos. El espectáculo buscaba maximizar todos los momentos posibles de comedia (la ridiculez del enamoramiento y sus arrebatos apasionados, el vandalismo de los jóvenes de ambas pandillas, la gracia de la Ama de Julieta, etc.). De este modo, nos lo pasamos bien, nos divertimos y la tragedia deja de pesar para convertirse, más bien, en una especie de parábola que nos invita a meditar, si queremos, sobre el amor y las decisiones apresuradas, sobre la incompatibilidad del amor y las imposiciones.
Después de esta semanita y, sobre todo, pensando en el espectáculo que vi en el prado del enorme parque de la Universidad de Oxford, aprovechando un espacio abrazado por los árboles, e integrando el propio ramaje en la acción, se me ocurren varias cosas.
La primera: el verano es ideal para sacar el teatro a la calle, a las plazas, a los prados. ¡Para sacar el teatro del teatro!
La segunda: los clásicos merecen el máximo respeto, por eso hay que desendiosarlos y jugar con ellos desde la honestidad de lo que nos pide el cuerpo aquí y ahora, sin grandilocuencias, haciéndolos accesibles y disfrutables, como quien se va de picnic o de fiesta. Al fin y al cabo, el teatro también debería de ser una fiesta y, por supuesto, un alimento.
Eso es lo que pude experimentar con ‘TWELFTH NIGHT’, en el prado, o con ‘MUCH ADO ABOUT NOTHING’, en el patio del Castillo. Pero incluso con ‘ROMEO AND JULIET’, en el Globe Theatre de Londres, donde ya no se trata de engañar a la gente, vendiéndole la moto de que va a presenciar un espectáculo historicista, como si estuviese en la época de Shakespeare. Es verdad que se hace a la luz del día como antaño, cuando no existía aún la luz eléctrica, y en el espacio típico del teatro isabelino que reproduce el Globe. Pero la adaptación de Sean Holmes, situando la acción en el lejano oeste, como si fuese un western, nos coloca en la perspectiva del frenesí y el peligro. La conexión con la actualidad es tal que hasta nos podríamos preguntar, igual que hacen en la web del teatro:
“Shakespeare in the Wild West. What do Rome and Juliet have in common with Beyoncé?” (Shakespeare en el Salvaje Oeste. ¿Qué tienen en común Romeo y Julieta con Beyoncé?)
Y es que, al teatro, igual que a la danza, no le sienta bien la musealización. El teatro y la danza, como artes vivas, no son cosa del pasado. Son tan del presente que, si ahora nos apetece ir de campo o al lado del mar, ahí también deberíamos de poder disfrutar del teatro y de la danza. ¿Por qué no? A mí me ha pasado esta semana en Oxford y en Londres.

