Negro & negro

Adiós a un «grande»

Hace dos días saltó la noticia del fallecimiento de Javier Leoni. Un gran actor y mejor persona. Con 54 años nos dejó demasiado pronto. Extremeño de pura cepa y vasco de adopción. Había colaborado con el teatro vasco en multitud de ocasiones en los tiempos históricos de los años 80 y continuaba en los actuales. Formaba parte del elenco de «El nombre de la rosa» en el papel del monje Berengario. Espectáculo en coproducción con Ados Teatroa, entre otras productoras. Un hombre de teatro de los que cada vez quedan menos. Un luchador apasionado que asumió a lo largo de su carrera distintos roles como productor, empresario teatral y, sobre todo, como actor: su gran pasión. En 1979 se sube por primera vez a un escenario. En 1983 funda la compañía extremeña Suripanta. Actualmente dirigía la productora Alsuroeste Teatro. No se puede entender el teatro extremeño actual sin la figura de Leoni.

Era un hombre de teatro, era uno de los pocos exponentes de lo que se ha solido denominar la «farándula». Farándula en el sentido de ser un hombre apasionado, entregado a la causa (la escénica), que sabía disfrutar de la vida con intensidad. Un hombre que siempre estaba dispuesto a compartir una velada o una mesa entre amigos o gentes de teatro o con cualquiera. Un hombre que siempre tenía una sonrisa o un chiste para cada ocasión. Leoni, con ese tamaño, con ese cuerpo que llenaba el espacio, con esa presencia escénica fuera y dentro del escenario, era capaz de convertirse en el centro de atención a través de su humor y de sus comentarios inteligentes siempre dotados de ida y vuelta. No era una persona simple. Era alguien documentado, leído, sensible y, sobre todo, era muy buena gente.

Su trayectoria ha sido larguísima, intensísima… No es el momento de hacer una biografía meticulosa de su carrera. Es el momento del recuerdo a una persona que merecía la pena. Me viene a la memoria su trabajo protagonista en «La Nona» de Roberto Cossa, donde se metía magistralmente en la piel de una mujer madura, dirigido por Carlos Vides. Magistral, maravilloso. La última vez que ha trabajado en San Sebastián fue en el Teatro Victoria Eugenia en febrero de 2012 con Morfeo Teatro. Encarnó al Alguacil en «El sombrero de tres picos» de Pedro Antonio de Alarcón, bajo la dirección de Francisco Negro. Próximamente le estábamos esperando en septiembre con «El nombre de la rosa». Precisamente me envió un correo electrónico el 12 de junio con una crítica del espectáculo titulada «El nombre de la rosa» deslumbra en Cáceres, en donde me escribió

«Querido Norka, te mando una crítica del estreno y una fotito pa que vayas abriendo boca, tengo muchas ganas de disfrutar con este trabajo en el Victoria Eugenia y también fuera de él ya que quiero que sean unas minivacaciones para mi santa Helena y para mi, me gustaría también que me concedieras el honor de poder invitarte, sólo o en compaña, a una cenita o comidita de las que acostumbráis hacer por ahí. Bueno amigo, tranquilo con la función que ya recién estrenada te puedo garantizar de absoluta confianza para atraer a público de todo tipo, seguro que en las funciones de verano la haremos crecer. Besotes leoninos.»

Querido Javier, la comidita no la vamos a poder hacer. Te has escapado sin avisar. Pero te prometo que me voy a tomar una botella de crianza a tu salud, brindaré por ti, por los momentos vividos fuera y dentro del escenario. Brindaré por el teatro y por la vida como tú has hecho siempre. Te quiero.

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