Incendiaria en combustión

Agujero

«No hemos venido a suplicar, hemos venido a reclamar». Era una de las frases enarboladas por las actrices del espectáculo Misericordia.2 que la Cia. Nacional de Teatro de México presentó dentro del programa del Festival Iberoamericano de Cádiz dando voz y cuerpo a ocho mujeres enmarcadas en un no-lugar, un lugar que era en muchos lugares pero que, ante todo, era un lugar suspendido entre la memoria de la violencia del pasado y la violenta espera de cualquier futuro: un lugar entre el aquí y ahora de lo vivo y el más allá de lo muerto.

«Ontológicamente, la mujer está en un no-lugar porque está en un lugar que no le corresponde, un lugar en el que no es dueña de sí», apuntaba la especialista María Bonilla en su comunicación «Los personajes femeninos de la dramaturgia universal, ¿construcciones desde la masculinidad?» dentro del encuentro de Mujeres Iberoamericanas de las Artes Escénicas (EMIAE): un sí-lugar donde mujeres capaces y con garra(s) para asir tanto su tiempo como el viento se encuentran y reconocen. En su intervención, Bonilla invitaba a una descolonización del conocimiento para preguntarnos desde dónde estamos hablando las mujeres cuando creamos, de la necesidad de escribir como un acto político de inclusión para que la mujer deje de ser una fantasmagoría.

Una mujer que desaparece en la cocina. Una mujer que desaparece incluso cuando estando presente, ya había desaparecido para aquellas personas para las que cocinaba. Es la metáfora poderosa alrededor de la que gira el espectáculo unipersonal Consuela y el agujero, que la costarricense Vivian Rodríguez compartió dentro de las demostraciones programadas dentro del Encuentro enmarcado dentro del programa de actividades del FIT de Cádiz. Consuela y el agujero, una mujer que no encuentra consuelo y habla de la ausencia en la presencia, que habla del vacío, que habla de ese sentimiento de invisibilidad y de pérdida de identidad que también genera el no reconocimiento.

Por otra parte, la dramaturga italiana Ombretta de Biase contribuía a colocar un poco más de luz sobre otro agujero de nuestra memoria: la historia cancelada de las beguinas medievales. Aquellas mujeres del siglo XIII que se reunían y organizaban para estudiar la biblia sin la guía de ningún hombre. Mujeres independientes, que vivían de sus trabajos como tejedoras, como cuidadoras de enfermos y se auto-gestionaban dentro de un modelo de organización completamente horizontal. Mujeres que tejían su presente hasta que su actividad empezó a resultar incómoda y fueron obligadas a abjurar o a la hoguera. Fue el caso de Margarita Porete, mística francesa autora de El espejo de las almas simples, que fue quemada en la hoguera en 1310 tras un largo proceso que la mantuvo encarcelada durante meses. Tras negarse a abjurar, su texto fue escondido por la iglesia y ella fue despojada de su autoría durante siglos.

Ante un presente que reconocemos agujereado por las ausencias y las ocultaciones, la alternativa es la de conquistar un sí-lugar para el intercambio de información, para divulgar la investigación para entrar en contacto. Y así, durante tres jornadas, además de las intervenciones ya señaladas, tuvimos la oportunidad de descubrir el proceso creativo de Pilar Quirós como directora de arte en el proyecto El mal dormir en la piel; acercarnos al taller actoral con Bunraku impartido por Alejandra Prieto; visitamos el papel de la iluminadora desde la experiencia de Jody Steiger; padecimos el dolor de la destrucción de los conflictos armados y de la destrucción de la infancia a través de la performance Reparación, de María León; acompañamos la labor como de la artista plástica Pilar Millán con su propuesta escenográfica para Luces de Bohemia con su intervención «Imágenes para un poeta ciego»; tuvimos un acercamiento a la filosofía de la mano de Marta Pérez; navegamos por el mundo de la máscara femenina junto a Marina Araoz y Marcela Obregón; nos acercamos al trabajo pedagógico y creativo de Mariana González Roberts con «Habitar la memoria, el espacio y el cuerpo»; compartimos el trabajo sobre «El cuerpo poético en La Reina de los Bandidos» con Susana Uribe; nos adentramos en el mundo de la ópera con la demostración de Miren de Miguel en la demostración Tutte contro Verdi; asistimos a la performance Con la tierra a cuestas, de la dominicana Sayuri Guzmán y nos acercamos a la reflexión «La mujer más allá de las tablas» presentada por Marielos Fonseca, directora del Teatro Popular Melico Salazar de San José de Costa Rica.

De igual modo, no podemos olvidar la distinción que recibieron la gestora Nerina Carmona y María Bonilla por su labor en la materialización del I Encuentro de Mujeres de Centroamérica en las Artes Escénicas de San José de Costa Rica que tuvo lugar en este 2013. Y no podemos dejar de mencionar tampoco el coloquio sobre la paridad cultural «La cuarta pata del taburete: Igualdad de Género y Artes Escénicas» ni la presentación «El movimiento por la igualdad H/M en la cultura» a cargo de Margarita Borja, coordinadora del EMIAE y vicepresidenta de la Asociación Clásicas y Modernas y Mariana Araoz, de la Plataforma HF por la igualdad mujeres/hombres en el arte y la cultura, de Francia.

No puedo abordar ahora en profundidad el trabajo de todas estas mujeres pero puedo reconocer y agradecer la poderosa apuesta tanto vital como estética de todas ellas para construir su propio lugar a pulso.

Curiosamente, ya en mi viaje de vuelta, en la salida del baño de mujeres del aeropuerto me crucé con una sombra. Era una mujer vestida con un burka negro. Le cedí el paso mientras comencé a caminar lenta detrás de ella, como si la sombra de ella fuese yo. Todas las miradas nos acompañaban y yo miraba todas esas miradas que se giraban a su paso, como si yo fuese el rostro de ella. La seguí hasta que se reunió con un grupo de hombres vestidos de blanco, con ese atuendo saudí que de golpe se nos viene a la cabeza. Todos ellos tenían la cara descubierta. Al acercarme un poco más, descubrí que los supuestos saudíes tenían un acento gaditano. Me pregunté si sería por haber venido a practicar el idioma en el sur de la península o si sería una broma de mal gusto. Luego pensé en esas mujeres poderosas que no se conforman, que no quieren ser apañadas en ninguna escasez -aunque puedan generar riqueza cultural a partir de lo mínimo-, que no quieren estar desplazadas en un no-lugar ni relegadas en un agujero. Pensé en esas mujeres que no suplican su lugar sino que lo reclaman con su trabajo a cara descubierta. Pensé en todas esas mujeres que siguen caminando haciendo huecos en los muros, destapando los agujeros ocultos del pasado y llenando de luz los vacíos del presente.

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