Rebel delirium

Apuntes sobre Greenwich festival

En la columna de hace un par de semanas (Sin complejos), Jordi Duran narraba la crónica profesional del festival Greenwich + Docklands International Festival que cada año se celebra a finales de junio en Londres. Duran se fijaba en un aspecto interesantísimo de la cultura anglosajona del que deberíamos tomar nota. Ciertamente, los ingleses hablan de la financiación de sus proyectos culturales sin complejos, tienen la capacidad de saber explicar a la ciudadanía los progresos, dificultades y retos de futuro de sus organizaciones, festivales o equipamientos culturales sin tapujos. La transparencia en el discurso crea cierta empatía entre la gente lo que genera una respuesta y un diálogo constructivo. La donación, ya sea por los espectáculos gratuitos o por obras por las cuales ya se ha pagado previamente una entrada, es muy habitual. Es verdad que delante nos encontramos con un país rico, pero la clave es que lo llevan haciendo desde hace mucho tiempo con lo cual se ha generado un hábito. Explicar, difundir, crear espacios de encuentro entre gestores y público, todo esto lo hacen muy bien y también nosotros podríamos hacerlo.

Pero repasemos en esta columna la programación artística de lo que ha sido la edición 2013 del festival de Greenwich. En líneas generales, diría que en esta muestra de artes de calle dominan los espectáculos ligeros, con algunas pequeñas dosis de espectáculos de calle de alta gama y excelencia artística.

Nos emocionó «Remor» de la compañía mallorquina Res de Res & Artigues, una propuesta de 11 minutos para una audiencia de 15 personas que tiene lugar dentro de un container. Los dos intérpretes ensayaron esta pieza en una celda de la prisión de Palma de Mallorca. El container recrea esta celda: una litera, un grifo de agua y una pequeña mesita donde escribir las cartas. Una historia de amor a medio metro de distancia, turbulenta y angustiosa. «Remor» estará en la próxima edición de Fira Tárrega. Imperdible, a pesar del calor que me imagino que hará en este container en medio del Segrià a principios de septiembre. En cualquier caso, solo son 11 minutos.

Este artista especialista en cama elástica afincado a Londres, ofreció «Any day» un número al que le falta cohesión interna. La primera y única vez que charlé con él me comentaba que no le gustaban los showcases porque con menos de 10 diez minutos de actuación no tenía tiempo de crear un personaje. La reflexión me pareció muy interesante, pero luego hay que ponerla en práctica cuando se dispone de media hora larga de espectáculo, como era el caso de Greenwich. La historia y el personaje se desdibujaban y el espectador se perdía en determinados momentos. Creo que a Max Calaf le falta un buen director.

La compañía Fet a mà iba a presentar «Cru» però no pudo ser por enfermedad de un artista. La numerosa delegación catalana se cerró con la compañía Itinerània que presentó «Titeretú», una instalación cargada de ingeniosos artilugios mecánicos.

«Fragile» de los ingleses Tilted productions me pareció lo más destacable de todo el festival, un espectáculo fascinante que recrea un tejado de una casa en el que cinco bailarines juegan y se persiguen desafinado todas las reglas y convenciones. Esta compañía nos recordó a Pepping Tom pero en versión calle y no tan oscura. El italiano Stefano di Renzo presentó «On my way», un gran manipulador de objetos que se ha convertido en un habitual de las programaciones circenses de Londres.

Todo lo demás que pudimos ver nos pareció tirando a flojo. Qué difícil el reto del programador de calle, que tiene que combinar la programación de espectáculos para gente que simplemente pasa por allí, con propuestas más arriesgadas.

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