Reportajes y crónicas

Balance de la III Muestra Ibérica de las Artes Escénicas de Extremadura

Más de lo mismo por imposición

 

Llevamos tres ediciones de la Muestra Ibérica de las Artes Escénicas en la que, visto lo visto, parece que no se resuelve esa situación viciada de la aplicación del «más de lo mismo» que tiende a perpetuarse por imposición de la organización. Asunto que no convence a muchos artistas extremeños del teatro que habían reclamado aquel modelo de Muestra recuperada en 2008 (la primera la hizo en 1982 el Centro Dramático de Badajoz), que fue para el teatro extremeño la más interesante actividad cultural –de las pocas que gozó en tiempo de crisis- realizada en la primera legislatura de Fernández Vara, con voluntad de tomar el pulso al conjunto de la actividad escénica regional y de emprender proyectos atisbando una serie de horizontes teatrales. Una Muestra que -como dije en mis crónicas de 2008, 2009 y 2010- significó un paso adelante para el teatro extremeño, de un prominente y estimulante espacio de discusión de ideas y de creación artística, que cada año superaba con éxito al anterior, en el compromiso de llevar a cabo gran parte de las conclusiones formuladas en los debates.

La edición de este año, sigue sufriendo esa desorientación de la Muestra que ya preocupa a compañías y profesionales de otras áreas del teatro, porque la actividad organizada por el Centro de Artes Escénicas y de Música (CEMART) y la Asociación de Gestores de Extremadura (AGCEX), por tercera vez consecutiva, se ha convertido sólo en una «feria» de teatro, en un simple evento comercial de las producciones de aquí y de otros lugares, con un planteamiento erróneo y mal organizado que ha perdido ese ejemplar carácter participativo de tratar los problemas y soluciones del teatro extremeño  y sus posibilidades de consolidar actividades como logro conjunto de los artistas y de las instituciones.

Del pasado año a este, la organización en manos de gestores culturales y no de profesionales del teatro se ha limitado a ampliar el número de espectáculos (participaron 19) y de programadores (asistieron 230). Algo de lo que se sintió contenta la Consejera de Cultura, Leire Iglesias, que en la inauguración realzaba los «logros» -que le han contado vete a saber- de esta Muestra (que ha tenido 560 propuestas) y de otras actividades, como la ampliación de los espacios en la Red de Teatros (que han pasado de 29 a 47) o de una ley de teatro extremeño que nos convierte «en la primera región que la tiene» y se aprobará el próximo mes (para la que pidió a los presentes que le envíen sugerencias o modificaciones). Todo un discurso muy campanudo que luego -como los anteriores años- no responde a la realidad que uno ve.

Y he visto que la mitad de los espectáculos han vuelto a ser mediocres. ¿Con qué criterios artísticos se han seleccionado estos entre tantas propuestas? Una vez más, ese desconocido «consejo de teatro» ha fallado. No puedo entender que sigan excluidas algunas creaciones de compañías extremeñas con mejor calidad (que estaban entre las 560 propuestas).

También he sabido que la Red de Teatros sigue siendo caótica. Hace pocos días, en los debates de las Jornadas de Badajoz, el actor/empresario José Vicente Moirón, defendiendo con conocimiento y valentía los espectáculos extremeños de calidad, se quejaba ante la directora del CEMART de lo poco que son contratados por los gestores extremeños. ¿Con qué criterios se seleccionan para sus pueblos en la Red? También me enteré -por las compañías- que la contratación de los programadores extranjeros que vinieron el año pasado a la Muestra fue un fracaso.

Y de algunos programadores asistentes -que vienen de distintas comunidades con los gastos pagados aquí para conceder 5 minutos de entrevista a las compañías- me llamó la atención su forma de juzgar algunas obras. En la función «Homenaje Inesperado» de la extremeña Concha Rodríguez, a los 5 minutos de empezar, advertí en la sala la salida masiva de un grupo. Pregunté a uno de ellos la causa de tan descarado desplante y me dijo que a todos ellos le bastaba con ese tiempo para saber que el espectáculo no interesaba. Me dejo perplejo, porque era un excelente espectáculo. Aquel hecho, tan extraño como injusto, me hizo pensar como si hubiera una nueva casta de programadores -de esos que se conocen porque van a todas las Ferias teatrales- que influyen en el oscuro mercado de espectáculos como mandarines de las giras.

En cuanto a esa Ley de Teatro no convence la forma de hacerla. ¿Con qué criterios se admiten o rechazan las aportaciones solicitadas? Me temo que si está argumentada por ignorantes pueda resultar un churro. Como lo fue antaño la creación por la Junta de la Escuela de Teatro de Olivenza, una fábrica teatral de actores sin título y parados (ocho promociones de ex-alumnos que se han vuelto a manifestar con sus reivindicaciones en el portal de la Muestra). Mi conclusión: ¿No es mejor que la Muestra tenga espacios para debatir todos estos temas? Y empiece cuestionando sobre qué modelo de evento necesitamos.

En los 19 espectáculos presentados hubo de todo en lo que se refiere a calidad. De los 11 extremeños sobresalieron el drama «EL OTRO» de El Desván (de Domingo Cruz) y la comedia «HOMENAJE INESPERADO» de La Estampa Teatro (de Concha Rodríguez), a los que dedicaré un comentario aparte. Realmente, las compañías extremeñas exhibieron 7 montajes de duración normal, porque 4 fueron monólogos -de media hora o menos- o fragmentos de espectáculo (¿cómo juzgarían estos los programadores?) que a mi modo de ver saturaron la programación.

Además de los dos mencionados, también gustó «LA VIDA SECRETA DE PETRA LEDUC«, coproducción de Amarillo Producciones y Creaciones Efecto Kepler, escrita y dirigida por Memé Tabares, una pieza dramática inspirada en la vida de Camille Claudel, escultora que se vio siempre ensombrecida por la tormentosa relación que mantuvo con su maestro y amante. Tabares crea una interesante trama con el personaje de Petra Leduc -escultora encerrada en un manicomio- poniendo en tela de juicio la marginación durante siglos de las mujeres artistas. Aunque la historia no está clara en el proceso de los episodios psicóticos que sufre la protagonista, en las acciones se aprecia la narrativa de sus vivencias y emociones que laten con tremenda fuerza reivindicativa del reconocimiento e igualdad de la condición femenina. En el montaje, en un espacio casi vacío, maneja con inmejorable ritmo escenas a modo de «flash back» (donde incluye técnicas de distanciamiento) en la que lucen la calidad actoral –de Maite Vallecillo, Nuqui Fernández y Jorge Barrantes con desdoblamientos en varios personajes- y la calidad técnica –de Pedro Luis Bellot-. Fenomenal la imagen lacerada de Maite (Petra) dejando escapar a través de la voz desgarrada el eco de un dolor de sorda violencia. Y fenomenal Nuqui, joven actriz en alza que sorprende en todos los géneros dramáticos (hace pocos días también la vi fantástica junto al gran Esteban G. Ballesteros en la comedia «Madrecita del alma querida«).

Igualmente, resultaron bien acogidas las producciones cómicas: «CUSTODIOS» de Asaco, teatro de calle dirigido por el imaginativo Andrés del Bosque que nos introduce en una animada versión moderna de esos ángeles que en el antiguo testamento nos asignó Dios para protegernos del peligro. Interpretan, los veteranos F. Javier Ceballos y José Maestro que vuelven a sorprender –ganándose el cielo- con sus excelentes recursos de ese arte de los clowns que infaliblemente produce el deleite en el público. «CUZKO» de Filis Teatro, monólogo «efímero» y sin palabras de un payaso tragicómico, próximo al estilo de «Buster» Keaton -creado por un genial Francis J. Quirós-, que nace con la intención de divertirse jugando a divertir a los espectadores adultos que han olvidado reír como los niños. Y «EL MUNDO DE JUBA» de Teatrapo, show de circo-teatro ideado por Javier Rosado que nos introduce en una atmósfera de simpatía participativa, a través de la improvisación y destreza física del actor en particulares juegos de malabares, equilibrios y acrobacias que logran una función festiva para todos los públicos.

A medio camino de lograr buenos espectáculos quedaron: «LA VIDA DE LOS SALMONES» producción de Karlik Danza-Teatro, sobre un texto poético de ficciones, de Itziar Pascual (premio SGAE de teatro infantil), montado por Cristina D. Silveira que parece que intenta reproducir el éxito que en 2006 tuvo la compañía (en coproducción con Javier Leoni) con «Niña Frida«, dirigida teatralmente por la experta en teatro familiar Rosa Díaz. Aquí, la coreógrafa Silveira, que no logra definir a que público va dirigido su montaje, nos muestra un bello cromatismo logrado con los efectos luminotécnicos, la danza, la música –no tanto con la interpretación sólo entusiasta de tres actrices- que se esfuma por universos de ensoñaciones. Toda una apoteosis artística «maravillosa», pero reiterativa de cuentos y nanas, que consigue la paradoja de que embelesado, a ratos, me quede frito. «DE LÁZARO A LAZARILLO» por TAPTC? Teatro, es un amasijo teatral -mitad tedioso y mitad divertido- de la famosa novela anónima y de unas investigaciones de los libros del siglo XVI descubiertos hace pocos años en Barcarrota. La dramaturgia, realizada por Raquel Bazo, resulta inconsistente en escenas entre una filóloga asesora del gobierno (papel que ella misma interpreta soltando facundias al galope, con un cierto sonsonete sin pausas y matices) y su chofer y el albañil que descubrió los libros. Sólo cuando aparecen los cómicos Francis J. Quirós y Jonathan González dando vida a varios pasajes –de esbozo irónico y despiadado- de la novela original, desplegando sus habilidades de metamorfosis casi mágica en los distintos personajes que interpretan, el espectáculo adquiere su dosis de calidad humoristica que el público agradece y aplaude.   

Decepcionó Suripanta Teatro, la compañía extremeña más veterana. Su espectáculo «CAIMANES» de David Barrero –que ya había visto en el Festival pacense- tampoco cuajó en esta segunda representación. La comedia, de David Barrero, que critica la mentira y la hipocresía de esta sociedad de la apariencia en que vivimos, no logra un sugerente espectáculo por el tratamiento dramatúrgico frío y montaje excesivamente plano del director Paco Obregón. Un montaje que ha fallado en su relojería teatral, en el paso de una escena a otra donde los acoplamientos acusan cierta lentitud e inseguridad. Y también en la dirección de esos magníficos actores con los que ha contado, que han estado desaprovechados. Actores a los que no ha sido capaz de sacar ese humor incisivo de la obra. Actores que han estado increíblemente perdidos por el escenario con movimientos continuos sin justificación alguna. Es una lástima que este espectáculo no haya estado a la altura de los grandes éxitos que esta compañía ha cosechado en su historia.

José Manuel Villafaina

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