Reportajes y crónicas

Balance del 65 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida

Pocos espectáculos grecolatinos, mediocridad y cálculo fantasma de asistencia de público

Terminó la 65 Edición del Festival que ha ofrecido una programación de confusos estrenos teatrales foráneos -coproducidos por el director Jesús Cimarro– que no han valorado el hecho dramático grecolatino en cinco de los nueve espectáculos representados, y tampoco han logrado evitar el artificio comercial de cada año falto de calidad, enfocado para los espectadores atraídos más por el famoseo patrio. Molestas contradicciones que vienen repitiéndose desde hace ocho años, y que hacen que Mérida se haya convertido en un evento irrespetuoso con su esencia histórica y con el espacio donde se desarrolla el Festival.

 

¿Dónde han estado los clásicos grecolatinos este año? ¿Dónde está la internacionalidad del Festival? sigue preguntado mucho público amante del teatro y del evento. La programación ha sido una edición más de compañías españolas y que, con espectáculos como «Sansón y Dalila«, «Pericles, príncipe de Tiro«, «Dionsio«, «Metamorfosis» y «La corte del Faraón«, no han estado a la altura de lo que cabía esperar, por su falta de verdadera orientación, objetivos y fundamentos que valoren el hecho teatral grecolatino en toda su extensión y profundidad. Algunos, se han presentado con escandalosa falta de calidad (como ha sido el estrellado espectáculo estrella «Metamorfosis«, protagonizado por Concha Velasco, o el populachero «Dionisio» de Rafael Amargo), que hacen que el prestigio del Festival se resienta un año más.

La mayoría de estos espectáculos ha seguido soportando la estética engañosa de determinadas producciones, urdidas con un resabio comercial enfocado para la explotación de representaciones en giras. Planteamientos que trasmiten una imagen de cultureta teatral de intereses organizada por Cimarro e inexplicablemente consentida por nuestros políticos culturales. Y empeños que no se han entendido bien en los balances institucionales presentados conjuntamente por el director del Festival y el presidente de la Junta G. Fernández Vara, en los que se les ha notado cada año que -para las funciones en el Teatro Romano- estaban más preocupados por elevar el listón del público que de elevar la necesaria calidad que permita potenciar, catapultar y abrir la capacidad del Festival hacía horizontes de superación.

De hecho, Cimarro, en la convocatoria de prensa de hace pocos días, ha vuelto a proclamar el éxito del evento, basado en la gran afluencia de público (182.016 asistentes, un cálculo considerado fantasma para quienes conocemos el festival desde sus inicios)) y las altas cifras de recaudación por taquilla que avalan, según él, la «solvencia» de su modelo de gestión implantado hace ocho años. Y al que Fernández Vara y el alcalde de Mérida José Osuna echando las campanas al vuelo han calificado como un modelo de «excelencia», por su proyección nacional –que le han hecho merecedor de la Medalla de Extremadura este año- y su repercusión como motor económico en el sector turístico y hostelero (la reciente nombrada consejera de cultura Nuria Flores, presente en este acto propagandístico, no dijo ni pio). Esta información fue recogida y publicada por los medios convencionales que han dado por bueno el balance que han divulgado sin sentido crítico. En la rueda de prensa no preguntaron -tal vez por temor a que la publicidad institucional no figure en sus medios- por qué la presencia internacional y los clásicos grecolatinos en su mayoría han desaparecido de la programación, ni por qué se han programado esos espectáculos mediocres y muy malos que son los que han costado más dinero.

Sólo un equipo de tres periodistas profesionales del medio PROPRONEWS, auxiliado por expertos en materia teatral y otros, ha desmontado esa visión engañosa de la realidad contable y numérica expresada por boca de Cimarro/Vara. Lo analizado por este medio en un amplio informe (https://www.propronews.es/escandalosa-manipulacion-de-las-cuentas-del-festival-de-teatro-de-merida/) cuestiona con detalle, claridad y dureza el balance de estos responsables, demostrando que está lleno de falsedades, medias verdades y exageraciones insostenibles (de un evento con un volumen de negocio de más de 5 millones de euros anuales). También este medio ha puesto en tela de juicio la ridiculez de estos responsables políticos de haber concedido a sí mismo la Medalla de Extremadura (https://www.propronews.es/medalla-extremadura-lo-ridiculo-premiarse-uno/), dándosela al Festival en su momento estético más bajo y en su peor momento ético, cuando la mesa de contratación de un nuevo contrato de dirección por cuatro años más (15 millones de euros) está suspendida y el concurso está parado a causa de los recursos presentados por otras empresas del sector, por sospechas de favoritismo en favor de Cimarro.

En esta 65 edición del Festival, también ha resultado injusto e indignante para muchos artistas que la compañía extremeña Teatro del Noctámbulo haya recibido del dinero público del Festival tan solo 150.000 euros, mientras que el bodrio populachero «Metamorfosis», producida por Pentación (la propia empresa de Cimarro), haya contado con 900.000 euros. Mis críticas de las obras del Festival están todas publicadas en esta revista teatral. Y la propuesta artística de Teatro del Noctámbulo es la que mejor ha demostrado -con austeros presupuestos- que conocen muy bien esos propósitos de «compromiso cultural» de identidad grecolatina -declarados desde el principio en el Patronato- y las posibilidades artísticas del espacio romano. Prueba de ello ha sido su espectáculo «Tito Andrónico«, que ha dado una lección magistral sobre el tratamiento de un clásico de tema grecolatino.

José Manuel Villafaina

 

RÁNKING

El crítico de este diario, que ha asistido a todas las obras, valorando los mejores trabajos artísticos de los estrenos en esta 65 edición del Festival, cree que merecen una corona de hiedra y placa de bronce (sencillo reconocimiento que se otorgaba en los certámenes teatrales de las Grandes Dionisias griegas) los siguientes:

 

Mejor tragedia: «TITO ANDRÓNICO», de Teatro del Noctámbulo

Mejor comedia: DESIERTO

Mención especial: «ANTÍGONA», Ballet de Víctor Ullate

Mejor Versión Tragedia: NANDO LÓPEZ (por «Tito Andrónico»)

Mejor Versión Comedia: DESIERTO

Mejor dirección Tragedia: ANTONIO C. GUIJOSA (por «Tito Andrónico»)

Mejor dirección Comedia: RICARD REGUANT

Mejor Actor Protagonista Tragedia: JOSÉ VICENTE MOIRÓN (por «Tito Andrónico»)

Mejor Actriz Protagonista Tragedia: CARMEN MAYORDOMO (por «Tito Andrónico»)

Mejor Actor Protagonista Comedia: PACO ARROJO (por «La Corte del Faraón»)

Mejor Actriz Protagonista Comedia: ITZIAR CASTRO (por «La Corte del Faraón»)

Mejor Actor de Reparto Tragedia: GUILLERMO MUÑOZ SERRANO (por «Tito Andrónico»)

Mejor Actriz de Reparto Tragedia: MIRANDA GAS (por «Viejo amigo Cicerón»)

Mejor Actor de Reparto Comedia: JUAN CARLES BESTARD (por «La corte del Faraón»)

Mejor Actriz de Reparto Comedia: INÉS LEÓN (por «La corte del Faraón»)

Mejor escenografía: PACO LEAL (por «Prometeo»)

Mejor Utilización del Espacio Escénico: JUAN SEBASTIAN DOMINGUEZ (por «Tito Andrónico»)

Mejor iluminación: TOÑO CAMACHO (por «Prometeo»)

Mejor vestuario: RAFAEL GARRIGÓS (por «Tito Andrónico»)

Mejor maquillaje: PEPA CASADO (por «Tito Andrónico»)

Mejor música: FERRÁN GONZÁLEZ (por «La corte del Faraón»)

Mejor coreografía: CUCA PON (por «La corte del Faraón»)

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