Críticas de espectáculos

Cantando bajo las balas/Antonio Álamo/K.Producciones

Contra retrato
Obra: Cantando bajo las balas
Autor: Antonio Álamo
Intérpretes: Adolfo Fernández, Mariano Marín
Escenografía y vestuario. Jose Ibarrola
Iluminación: Roberto Cerdá
Música y espacio sonoro: Mariano Marín
Dirección: Álvaro Lavín
Producción: K.Producciones
Getxo Antzokia – 03-03-07
El 12 de octubre de 1.936 se realizó uno de los primeros actos públicos de los traidores a la República española en Salamanca. Allí estuvieron Miguel de Unamuno, Millán Astray y Carmen Polo de Franco, entre obispos, falangistas y otras fuerzas de la sublevación fascista. Son conocidos los enfrentamientos entre el fundador de la Legión y el rector de la universidad salmantina en ese acto, del “Viva la muerte” de uno contestado por el otro con el “Venceréis pero no convenceréis”, y de la rotundidad con la que el militar lisiado despreciaba la inteligencia.
Antonio Álamo parte de esa situación, de la biografía del militar para ofrecer un texto que parece un contra retrato. O dicho de otro modo, simplemente colocando la mirada en todo lo que dijo, hizo, se nos muestra un personaje que parece en sí mismo un esperpento, un compendio de actitudes, pensamientos y colaboraciones que no necesitan nada más que su sencilla muestra para comprender que se tarta de una bestia parda, de una mente criminal, reconcomida por el propio ejercicio profesional, por la creación de un cuerpo de ejército como la Legión en donde sus nociones son siempre un canto a la muerte.
Millán Astray es presentado como un ser que además canta, por lo que estamos, formalmente ante un cabaret político-militar. Y ahí encontramos una vía para el placer inconmensurable, porque Adolfo Fernández se acerca al personaje, al fundador, desde las tripas y nos lo va desmenuzando, con sus interpretaciones cantoras canallas, no solamente con los ritmos de desfile o los himnos, sino con tangos, o con canciones ligeras cantadas en inglés. Es decir, cuanto más lo intenta humanizar, más aparece el monstruo.
Teatralmente es una gozada. Un espacio escénico realmente fantástico de Jose Ibarrola, una buenísima iluminación y un espacio sonoro que nos ayuda a situarnos ante lo irremediable y vocativo, el hecho teatral total. Un texto fluido, capaz de llevarnos por el interior de esa mente carcomida por la disciplina y las consignas, pero a la vez para mostrarnos un tiempo, unas situaciones que sin incurrir en el historicismo, con dos pinceladas nos describen un ambiente y unas acciones políticas históricas. Texto mimado por la dirección, y en medio Adolfo Fernández, en una gran interpretación. Una grandísima interpretación. Viva la Inteligencia, el Teatro y el Compromiso. Suene el eco: Viva.
Carlos GIL

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