Y no es coña

El chivato

La Asociació d’empreses de Teatre de Catalunya ADETCA, proporciona los datos de recaudación y asistencia a todos los teatros de sus asociados que ayudan a comprender de una manera muy explícita la realidad, las tendencias, los gustos de algunos públicos, los aciertos del programador. Las que yo tengo se refieren a salas alternativas, teatros públicos y privados, solamente de la capital, Barcelona, lo que es un dato objetivo, que nos gustaría poder confrontar con datos similares en el resto de las programaciones de todo el Principat.

Antiguamente los profesionales se movían con los datos al día a través de lo que se conocía como «chivato», que eran las cifras en crudo de las recaudaciones «liquidadas» a la entonces Sociedad General de Autores de España en cada teatro. Era un lenguaje sencillo, una lista, realizada a mano, que llegaba a los lugares de encuentros de cómicos de madrugada. Cifras muy concretas. Sin analizar, no como ahora, que se nos ofrece, como hizo hace años en desaparecida revista Público que en los años 80 editaba el Ministerio de Cultura, el también fallecido Jaume Melendres, con datos concretos de las entradas puestas a la venta, el número de las vendidas, las entregadas de cortesía, o sea por la cara, dando los porcentajes de ocupación de cada sala, y la cantidad total recaudada.

Este control es muy positivo. Es un ejercicio de transparencia que nos ayuda a analizar desde la parte economicista y de aceptación de los públicos las producciones y las programaciones. En Madrid y Barcelona esta sistematización semanal es más viable ya que casi todos los días de la semana existe programación, las obras se mantienen durante varias semanas y hay una cantidad de propuestas y de públicos que nos pueden ayudar a ir haciendo un retrato constante de esa realidad.

Lo difícil es controlar las actuaciones al suelto, los bolos, las programaciones de las poblaciones menores, en donde con excepción de Bilbao, Valencia, Zaragoza, Sevilla y circunstancialmente alguna más, las obras están solamente un día o dos y no todas las semanas, por lo que la frecuentación y el estudio de sus públicos requieren de otros instrumentos, lo mismo que la incidencia real en la aceptación ya que no existe capacidad de elección por parte del cliente al ser una única posibilidad.

Todos los datos estadísticos, todos los instrumentos que se puedan aplicar a la gestión y al análisis de las programaciones, y muy especialmente a las producciones, son importantes y cuanta más transparencia exista, más probabilidades de detectar los fallos y de buscar soluciones. Sin complejos, comparando resultados, sabiendo a ciencia cierta lo que ha sucedido en otros lugares se podrán tomar decisiones de contratación bastante más ajustadas a la realidad, porque se sabe que muchas veces dan gato por liebre, o dicen que una obra va muy bien en las grande capitales, y los datos de taquilla desmienten esa publicidad, pero si los contratantes se los creen porque no tienen posibilidad de comprobarlo, la programan a precio de caballo de carreras y puede ser un burro cojitranco.

Tengo frente a mí los datos de la semana del 29/11/2010 al 5/12/2010 y para no andarnos por las ramas, el porcentaje general medio de ocupación en los 44 espectáculos de los que se tienen datos es un poquito más del cincuenta por ciento (50,42%). Y destaca por ser el cien por cien de ocupación en sus seis funciones, la obra programada en el Lliure, «Gata sobre la teulada de zinc calenta». El total de todos los teatros es de 47.735 espectadores con una recaudación de 1.134.506 euros. Destacaríamos que los musicales no se encuentran entre los que tienen mayor afluencia de públicos, aunque sí son los que más recaudan. La sala Becektt con «Umbral» se mantiene con un 83,20% entre las más destacadas y Arteria Paral.lel con «Nit de Sant Joan» con un 27% ocupa el penúltimo lugar.

Qué bueno sería sistematizar los datos generales y hacer análisis no solamente economicistas, sino también sociológicos y, sobre todo, de interés cultural, para saber exactamente qué es lo que se está ofreciendo y lo que se está consumiendo. Y algún día, al igual que con los controladores aéreos, sabremos cuánto cobran los directores de los teatros públicos, cuánto se gastan en sus montajes y los de sus amigos, y posteriormente veremos su repercusión verdadera o su aceptación real por los públicos soberanos.

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