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César Camarero estrena ‘Es lo contrario’, una experiencia sensitiva de teatro musical a oscuras

El compositor César Camarero, Premio Nacional de Música 2006, ha creado ‘Es lo contrario’, una pieza sobre los cambios sensoriales y las nuevas percepciones; una experiencia sensitiva de teatro musical envuelta en la oscuridad de un antifaz. El espectáculo se podrá ver los días 21, 22 y 23 de mayo en los Teatros del Canal de Madrid.

 

César Camarero ha creado ‘Es lo contrario’ basándose en los cambios sensoriales y las nuevas percepciones. No es solo una pieza de teatro musical, es una experiencia sensitiva que transcurre durante 60 minutos en una oscuridad absoluta con el público protegido en todo momento por personal de sala y de seguridad dotados con cámaras de visión nocturna.

Así, privados de la vista, la percepción del espacio y del oído se agudizan. Con ‘Los ciegos’ de Maurice Maeterlinck como base, César Camarero y el acompañamiento musical del Zahir Ensemble brindan al público la experiencia inédita de descubrir dónde alcanza nuestra percepción. En el espectáculo, coproducción de los Teatros del Canal con el Teatro de la Maestranza de Sevilla, todos los personajes estarán interpretado por actores ciegos. 

Tal y como explica el autor, este proyecto nace del encuentro de tres inquietudes: la filosófica, la social y la artística: «Por un lado, surge de mi interés por la filosofía de la percepción, por el pensamiento de Schopenhauer y Wittgenstein, o Merleau-Ponty, o los puntos de vista de Oliver Sacks, entre otros, y como una reflexión acerca de la función de los sentidos y la sugerencia de otros ámbitos de percepción». Una obra que, por la peculiaridad de su puesta en escena sucede en buena medida en la imaginación de cada uno de los espectadores.

Además, la inquietud social está presente como ámbito de experimentación sensorial, en la medida en que el público es invitado a la experiencia de asistir a un espectáculo de estas características. Pues ‘Es lo contrario’ transcurre, durante 60 minutos, en una oscuridad absoluta. Con los ojos cubiertos con un antifaz, el público escuchará la música y el texto teatral (la trama) en las mismas circunstancias que una persona invidente. Así se le brinda la oportunidad de percibir la realidad, hasta cierto punto como la percibe este colectivo, aunque solo sea durante una hora.

Por último, tanto la reflexión filosófica como la inquietud social se funden con el hecho propiamente artístico.

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