¿De qué sexo es la palabra?

Coherencias realistas, incoherencias en lo real

Finalizado el primer día de ensayo (luego de un período de vacaciones) nos fuimos con mi asistente a comer y conversar.

Estábamos en el bar cuando ella se sintió mal: es epiléptica y tuvo un ataque. Llamo a la ambulancia y nos llevan a un sanatorio.

Después de haber detallado minuciosamente el episodio, llega el médico de turno. A esa altura ya eran las 2 de la mañana. El médico comienza a hacerle preguntas y le dice: «contame qué pasó en el baile, ¿te caíste?». Yo aclaro inmediatamente la confusión: no, estábamos en un bar comiendo. Ah,- dijo el médico- y retomó el interrogatorio.

Tuvimos que pasar la noche en el ambulatorio del hospital y a la mañana siguiente conversábamos con Lucila sobre la información errónea que había recibido el médico.

Entonces, pensé: ¿podés imaginarte un texto dramático con estos saltos de incoherencia en zonas de tanta responsabilidad como es la salud? Y las dos dijimos: lo real es lo más incoherente, entonces, ¿por qué los textos realistas son tan abrumadoramente «coeherentes»?¿De quién es la imposibilidad?¿Por qué se le exige a un texto realista que sea coherente? Sino, rapidamente lo sacamos de área y lo llevamos al absurdo, por ej.

Si pensamos en Beckett, y en Ionesco como padres del absurdo, a la distancia del impacto y de la ruptura que significó en ese momento el planteo de escritura, podemos pensar que hoy en día sus textos no son absurdos. Hoy , la gente se permite ciertas libertades, y ciertos delirios que no solamente modifican sus vínculos y comportamientos, sino que indudablemente intervienen sobre el lenguaje como canal excepcional de registro de un momento, de una época, y de quien lo vive a través de la palabra.

Volviendo a la frase que desencadenó tal reflexión, creo que la tarea es de todos, y la necesidad por un texto «más cómodo», a veces, hace que pongamos rótulos que ya no sirven. En un mundo con velocidades abrumadoras en las relaciones y las múltiples capas que se avecinan, ordenar en determinados términos o en otros, forma parte de un sistema que no vive bajo ese paradigma. A veces pienso, qué es exactamente o ¿dónde se encuentra la resistencia? ¿Es desde el lado de los creadores a conectarse con la vida y sus incoherencias múltiples, devastadoras, abiertas y sin límite? Porque , creo, que de eso se trata la creación: sin límite.

A Lucila le dieron el alta y me fui para mi casa. Hacía 20 horas que no volvía al hogar. Tomo un ómnibus céntrico y cuando subo me encuentro con un actor callejero arrodillado al lado del chofer, gritando y pegándose en el pecho, observo los rostros de los pasajeros y podías encontrar todas las emociones diversas. El hombre hace un comentario tangencial en su monólogo sobre mi ingreso al lugar. Me siento y sigo pensando en lo real y la ficción y en dónde se encontrará hoy nuestro margen. El actor callejero representaba una mujer mayor agobiada. Sus gritos, su voz cascada por el uso excesivo y su discurso posterior cuando pide monedas, me hacen pensar una vez más: todo es posible, todo convive.

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