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Creación teatral y digestión

Hacía tiempo que no me metía en una sala de ensayos para hacer un espectáculo.

Los espectáculos teatrales comienzan mucho antes de que nos juntemos en el laboratorio de la sala de ensayos. Imaginamos, nos documentamos, ideamos, trazamos una posible estructura de algunas hipotéticas acciones escénicas… Hacemos un proyecto. Pero lo mejor y lo más importante nos lo va a decir el propio escenario, si lo escuchamos. Escuchar el escenario no es fácil porque requiere una atención plena, que depende de la colaboración sinérgica del equipo artístico.

Me he embarcado en la dramaturgia y dirección de una pieza teatral que no representa ninguna historia y en la cual las actrices y actores tampoco representan unos personajes, según dicta la convención general de la ficción dramática. Sin embargo, hemos estado investigando las posibilidades que nos ofrece el juego teatral, sin esconderlo tras una ficción dramática convencional, para invocar personajes e historias, en un viaje a los inicios de lo que se supone que somos como pueblo. En este caso referido a Galicia y al Reino de Galicia en la Edad Media, fundado en el 410 por el rey suevo Hermerico, desde la perspectiva de artistas (trovadores, juglares y soldadeiras), mujeres (las reinas Sancha y Urraca) y personas que se amaban, pero cuyos amores fueron invisibilizados por la historia oficial, igual que lo fue el propio Reino de Galicia.

Siempre me fascinó la capacidad del teatro como medio de transporte para otros mundos posibles, de una manera viva, directa y, al mismo tiempo, sugestiva, estimulando nuestra imaginación y sensibilidad, tocándonos.

Hacía tiempo que no experimentaba esa absorción total, en la que lo mejor del proceso de creación surge en la colaboración y en la escucha de lo que acontece entre las personas con las que trabajas. De repente, aparecen acciones escénicas sorprendentes y preciosas que nunca podrían haber salido del pensamiento previo, de la ideación, del proyecto. Son producto de la alquimia de la escucha y de la atención al momento, en la interacción artística de un equipo, cuando las personas se implican.

Para mí, esos momentos en los que el juego teatral piensa por nosotros, ensayando, investigando, probando y yendo hacia lo desconocido, resultan prodigiosos.

Es la acción teatral conjunta, interactiva, la que nos va llevando y descubriendo caminos inéditos. Los cuerpos, los objetos, las luces, las palabras, la música… todo está ahí para jugar y abrir vías de conocimiento que ignorábamos previamente.

Hacía tiempo que no estaba robado por el proceso de creación de un espectáculo, en la búsqueda de momentos de magia, emoción y conocimiento. Sales de los ensayos, vas a otro lugar, pero continúas allí de algún modo. Es como si el proceso no tuviese un horario laboral. Supongo que todo lo vocacional funciona de una manera parecida. Las semanas de ensayos, desde que comienzas a experimentar y a probar acciones, no arrancan a una hora y acaban a otra, con días libres, tal cual – con muy buen criterio – nos indican los convenios laborales del sector. Para mí es un continuum. Una vez entro en el proceso de creación ya no puedo salir. Me he quedado prendido. Únicamente va a haber fases más intensas o patentes y otras más latentes o subterráneas, pero mi imaginación, mi pensamiento y la intuición van a estar activadas, sin salir del proceso.

No puedes comer y digerir al mismo tiempo. Primero comemos y después digerimos. Y eso, para mí, también es parte fundamental de un proceso de dramaturgia y dirección. Durante los ensayos participamos en el juego teatral, escuchamos, vemos, proponemos, sugerimos, pedimos, cuestionamos…

Pero también necesitamos digerir lo que va pasando, lo que vamos encontrando. Es muy importante, o eso me parece a mí, el trabajo de crítica teatral dentro del propio proceso de creación. La dramaturgia y la dirección también implican esa dimensión de análisis y reflexión crítica, para intervenir en la obra escénica que estamos realizando.

El crítico de teatro es el estómago y no solo la cabeza, porque, desde mi punto de vista, ayuda a digerir lo que comemos. Aquí el plato es el espectáculo teatral.

Así pues, creación teatral y digestión son dos partes complementarias y necesarias para que las artes escénicas resulten nutritivas y no solo un engaño para el paladar.

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