Escritorios y escenarios

Cuestiones de diseño

Según las teorías de la recepción el escritor no solo se dedica a diseñar un universo de ficción, sino que también inventa a su receptor, al lector; en el caso de quienes escriben teatro, éstos construyen al espectador. En ambos casos, se lanzan hipótesis sobre el otro, porque lo cierto es que no se tiene la más remota idea de en manos de quién caerán las hojas que contienen nuestras palabras. Y mucho menos, imposible saber qué cara y qué comentarios mentales hará mientras nos lee. ¿Arqueará una ceja, se sentirá aludido, decepcionado? ¿Se reirá?

Sin embargo, uno hace sus apuestas. Uno se imagina que, además del primer círculo, es decir, de esas personas que podríamos definir como cómplices existenciales, habrá otros que, al compartir el interés por la escritura, por las reflexiones, por la conversación silente (la lectura me parece otro tipo de diálogo), están dispuestos a leer lo que uno ha escrito. Y pese a que no se sabe ni quiénes, ni cómo, ni cuándo aparecerán, uno en su fantasía optimista siempre espera que aparezcan. Así sea uno, o dos, o tres.

De verdad, uno espera que surjan, aunque, lo que dicen las cifras sobre las ventas de las obras de teatro es que casi no se venden. Pero los editores de teatro insisten, se mantienen, resisten.

Y pese a que no sabemos nada de esos otros, o mejor en singular, de ese otro que resulta ser el lector, hay cuestiones que debido a las circunstancias históricas no se pueden obviar o, bueno, si se obvian habría que asumir las consecuencias. Por ejemplo, resultaría arriesgado no tener en cuenta que nuestra sociedad está experimentando la tercera ola del feminismo y que las teorías decoloniales se están divulgando con fuerza. Y puede que, a usted, como escritor, no le interese que su obra o que su reflexión hable de lo uno o de lo otro. Y eso está bien. Sin embargo, es más que posible, y eso no hay que imaginárselo tanto, que algunos de sus lectores lo lean mientras utilizan esas gafas. Entonces, anticipando esa posibilidad ¿cómo dirigirse a ese lector? ¿Cómo elaborar una relación con el otro sin complacerlo y sin indignarlo? Y eso que complacer o indignar son opciones legítimas.

El problema creativo es armar un diseño en el que la mayoría de lectores desconocidos, receptores, espectadores, quepan.

Y no solo eso, sino que lo construido sea lo suficientemente interesante para que el lector decida quedarse leyendo hasta el final.

Y no solo eso, sino que quiera volver a repetir la experiencia de la lectura.

Y no solo eso, sino que ojalá las palabras que uno ha escrito permanezcan en el cuerpo de ese otro, incluso cuando la lectura ha terminado.

En definitiva ¿cómo diseñar a un desconocido, para instalarse en su memoria, a través de las palabras que son leídas?

Domingo 9 de abril de 2023.

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