Críticas de espectáculos

Dionisio Guerra

DIONISIO GUERRA Autor: Julio Salvatierra Director: Alvaro Lavín Intérpretes: Chema Adeva y Susana Hernáiz. LAS GUERRAS ETERNAS Dionisio (Chema Adeva) es un falangista, integrante de la española división azul que acude a la antigua Unión Soviética, para liberar al mundo del peligro comunista; Anastasia (Susana Hernáiz), es una joven polaca, víctima de la guerra. Un ser humano atrapado en el odio de los que escriben y configuran la historia como una sucesión inconexa y absurda de guerras, conflictos, batallas, enfrentamientos y muerte. Los dos protagonistas, los dos bandos, los dos puntos de vista, el invasor y el invadido, mueren y se encuentran tras atravesar la pared invisible que separa estos dos planos… Y hablan, discuten, dialogan, se entienden, se aman…. Dionisio Guerra sentirá el impulso nato del amante incansable de una guerra a la que obedece porque sí. No precisa entender un motivo que ignora y acata. La guerra, la batalla, el enemigo, configuran su identidad y su razón de ser… Anastasia es la espectadora privilegiada de un comportamiento extraño; ella es la aldeana, preocupada por sobrevivir en paz. Los dos fantasmas de la guerra, irán peregrinando contienda tras contienda (Tres guerras componen el nuevo montaje de la compañía Teatro Meridional) hasta llegar a la última… Ilegal, para más inri. Irak. Marzo. 2003. Dionisio y Anastasia, han aprendido bien la evolución del ser humano, reflejada fielmente por el desarrollo de las armas, de la muerte y de las guerras. Hoy no encontramos al enemigo tras un seto. Hoy podemos morir tras los sacos perennes, alrededor de los cuales estos fantasmas abren sus ojos. Hoy las armas pueden herir el corazón del espíritu que muestra el pañuelo inmaculado de la paz. Hoy ese falangista, cuya razón de ser era la batalla, asume el diálogo, la conversación, la palabra como la única solución a una convivencia plural y divisible. Pero las armas no escuchan, el hombre no escucha… “Dionisio Guerra” nos hace pensar que sólo tras la muerte permitiremos que el amor sea nuestro único motivo por el cual seguir adelante, en una historia que se escribe con el nombre de los países que sufrieron los golpes injustos de la guerra. Tal vez, el autor de esta obra, no pretendiese llevar a cabo una apología del recordado “No a la guerra”, pero ese grito unánime e ignorado, se hace presente en el eterno beso final de dos bandos, condenados a ser la evidencia cruel del inútil gobierno que nos empeñamos en elegir… Una y otra vez.

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