Incendiaria en combustión

Efecto motor

«Quien ya no sabe quién es, qué es ni dónde está, necesita moverse». Bajo este título, la compañía brasileña Sao Jorge de variedades presentaba en Guimaraes el Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica -del 28 al 3 de junio en la ciudad de Porto-. Bajo este título se encierra también un trabajo de creación a propia con el universo de Heiner Müller como punto de partida. «Quien no sabe quién es, qué es ni dónde está tiene que moverse»: un paseo movilizador, una cita con el teatro político. Todo un efecto motor.

«La revolución comienza con un paseo», dicen. Tal vez por eso el espectáculo comienza a las puertas del teatro, con sus tres actores –una extraña mezcla entre artistas, terroristas y superhéroes- sirviendo de guías por las calles en las que alzan pancartas, despliegan frases y gritan máximas reivindicativas.

«Quien desea y no actúa, siembra la peste» o «Quien no se mueve no siente las cadenas que lo aprisionan», son algunos de los pensamientos enarbolados al aire libre con los que la compañía mezcla espectadores y viandantes y con los que el espectáculo funde ficción y realidad. Y en medio de la calle, el teatro prueba toda su potencia movilizadora y descubre todo su poder cuando un agente de la policía interviene para paralizarlo. Y así, inesperadamente, el teatro hace visible la prepotencia y la superioridad con la que operan las fuerzas del orden y de la seguridad. Y en su impulso motor, el teatro permite ver a espectadores y viandantes las cadenas del sistema que nos controla.

Y «Quien no sabe quién es…» entra al teatro, donde ofrece una propuesta enérgica y vehemente, donde presenta un trabajo de gran fuerza actoral y donde ejecuta una sucesión incesante de imágenes que comparten un mismo objetivo: movilizar y creer en la idea como conductora de la acción. Y dentro del teatro, el teatro habla del poder y de la responsabilidad de la ciudadanía; recuerda el riesgo como necesidad para el avance; empuña la palabra «arma» como la más peligrosa; menciona la desobediencia civil como el ataque desarmado de la ciudadanía y no olvida que «quien necesita avanzar necesita arriesgarse a la catástrofe».

Y las alas de plástico negro del ángel de la desesperación que propone la Cia. Sao Jorge de variedades inundan la escena y su Medea habla a las metrópolis del mundo y a una Europa a punto de explotar y su Ofelia se arma con un tambor para salir a la calle a cantar su texto seguida por los espectadores.

Y otra vez en la calle, el teatro vuelve a mezclarse con los viandantes y con el vecindario que se asoma a los balcones a escuchar el grito del mundo movido por el teatro.

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