Escritorios y escenarios

El ayudante

Suele mencionarse que todas las historias, o al menos la mayoría de ellas, tienen una estructura común de seis actantes o funciones, más o menos imprescindibles: sujeto, objeto, destinador, destinatario, ayudante y oponente. Desde esta perspectiva toda historia nace cuando un sujeto quiere un objeto o tiene un objetivo. El destinador se beneficia de que el sujeto logre el objetivo y el destinatario es quien impone la tarea, quien adjudica la misión al sujeto. El ayudante es aquel que en el transcurso de la misión apoya y acompaña al sujeto. Quien le ofrece herramientas, quien coopera con él para motivarle en su búsqueda. El ayudante otorga protección, acude al llamado de auxilio. Pone su empeño en amparar al otro, en cooperar para que el otro este mejor. Y el oponente es quien se interpone en su camino. En realidad, hay más factores para tener en cuenta, pero no entraré en ellos porque me alejaría de lo que intento reflexionar.

Y como no desconozco que habrá algunos lectores que no están al tanto de tales asuntos, debo mencionar rapidísimamente que el modelo actancial es una estructura mínima que sirve tanto para la creación como para el análisis de obras literarias. No obstante, la relevancia de su utilidad también puede ponerse en cuestión. A mí por ejemplo me gusta utilizarlo como una posible herramienta. No necesariamente la mejor ni la única. Aunque debo confesar que hoy, quién iba a suponerlo, me ha hecho pensar en la vida. En mi vida.

Por otro lado, mucho se ha dicho sobre cómo la ficción, o al menos una parte, está diseñada para proponer importantes enseñanzas a quien las escucha y ve, tal y como ocurre con los cuentos infantiles, puesto que la ficción es un espejo de la existencia humana. Así pues, siguiendo esa lógica, podríamos pensar que esas seis funciones del modelo actancial también son el reflejo de un sistema, de un tipo de estructura sobre, precisamente, nuestra existencia.

Pero es la función del que ayuda la que me ha conmovido el día de hoy, porque en las historias, así como en la realidad, es importante contar con este tipo de apoyo. Aunque no solo disponer de él, sino valorarlo. Y es que los ayudantes se cruzan en nuestro camino ejerciendo muchos tipos de roles: familiares, amigos, maestros. Son los que nos sostienen en aquellos momentos en que nos sentimos solos o cuando estamos más perdidos que una aguja en un pajar. Son los que nos rescatan de las arenas movedizas. Y quizá todo lo que he dicho antes ha sido un pretexto, una excusa, para poder agradecer a todas las personas que me han ayudado alguna vez. Muchas, muchas gracias.

En la vida real los ayudantes conviven con nosotros, están entre nosotros. Y, a veces, queremos ignorarlos y hasta huir de ellos. A veces hay que ser el que ayuda. Y, otras veces, dejarse ayudar.

Domingo 7 de mayo del 2023.

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