Incendiaria en combustión

El destierro de Romeo

«Debo irme y vivir o quedarme y morir». Es la decisión a la que se enfrenta el joven Romeo acosado por las circusntancias de la muerte de Teobaldo y el amor de Julieta; son también las palabras de Shakespeare que se apoderan del joven Roem cercado por la muerte de Tybb y el amor encontrado de Julia en la obra «Julia&Roem», de Enki Bilal. El de Bilal es un trabajo ambientado en un mundo apocalíptico que nos habla de los excesos de una humanidad sin compromiso ecológico y en el que débilmente palpita un horizonte esperanzador: es posible cambiar la historia si se la conoce. «Los que no conocen la historia están condenados a repetirla», diría Santayana.

En el universo que propone Bilal ya no queda sitio para el drama y el destierro es una constante, sumido como está el planeta en la denominada Apoplejía: un desequilibrio climático que abate cualquier orden natural, que hace que la tierra se desplace variando cualquier topografía identificada, que hace que los protagonistas añoren historias de amor y ansíen un polo norte capaz, tal vez, de atenuar su completa desorientación.

No extraña tampoco en Bilal su atracción por los ambientes futuros y las atmósferas inspiradas en la ciencia ficción. «Sitúo mis historias en el futuro porque la realidad me pesa», declaraba en una entrevista este clásico en vida de la banda diseñada. Pero el futuro que propone Bilal no es mucho más ligero que la realidad que nos acompaña. Y en ese futuro nos pone en bandeja problemáticas tan actuales como eternas al tiempo que revisa «La tragedia de Romeo y Julieta» y juega con el lenguaje shakespeariano. El azar, la ironía, la repetición de roles guiada por las coincidencias patronímicas se enlazan en esta pieza donde las palabras del dramaturgo se cuelan en los pensamientos de los personajes, incapacitados para la expresión de sus propios pensamientos. «Nuestras palabras…no logramos pronunciarlas pero sabemos que existen». ¿Incomunicación, incapacidad para la comunicación o recortes en una educación donde ya no tenían cabida ni la oratoria ni la retórica?

Bilal, a través de Shakespeare, nos enfrenta así también al uso de la palabra elaborada, muestra clara de un pensamiento elaborado al que parece que vamos renunciando. Y con el juego de la palabra desvelamos un peligroso juego del poder. Aceptar una palabra vana puede llevarnos a una decisión equivocada, a la transigencia, a la sumisa aceptación en la que caemos mientras se nos restan libertades y derechos. El buen uso de la palabra era el que demandaba Romeo al conocer su sentencia de destierro, en lugar de la condena a muerte dictada por el príncipe: «Por piedad, dime la muerte pues la faz del destierro es más terrible que la faz de la muerte. No se nombre. Luego el destierro bajo un nombre impropio, es igual que la muerte. ¿No tenías veneno, acero agudo, cualquier medio de muerte, aunque mezquino, para matar, más que la voz destierro?»

Irse o vivir o quedarse y morir. Irse o desaparecer. Cruzar los brazos o desaparecer. Conceder o desaparecer. Cualquier cesión es muerte, es inicio de desaparición. Cualquier restricción es muerte, es inicio de desaparición. Cualquier corte es muerte, es inicio de desaparición. Cualquier corte denota pérdida de sangre. La pérdida de sangre puede ser muerte, inicio de desaparición. Los derrames sanguíneos (en encéfalos o meninges) pueden provocar una suspensión de la acción cerebral. Una suspensión de la acción cerebral puede llevarnos a la Apoplejía, como la de La Tierra ideada por Bilal en «Julia&Roem».

Y en un arranque de licencia poética para terminar hablando Shakespeare, un Romeo ensordecido se destierra diciendo: «¿Cómo van a tener oído los dementes… si los hombres de más juicio ya no tienen ojos?»

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