Incendiaria en combustión

El exilio permanente

Como una columna, así definió Jean Vilar a María Casares (A Coruña, 1922-Francia, 1996). La actriz trágica, la exiliada, la extranjera… son otros de los perfiles con los que se podría definir a esta inclasificable dama de la escena francesa e internacional. Fue la extranjera, tal y como refleja el título del libro sobre su figura firmado por Javier Figuero y Marie-Hélène Carbonel («L’étrangere». Ed. Fayard) en el que resuena su relación con Albert Camus. Fue «La residente privilegiada», como habla en primera persona el título de su autobiografía. Fue la exiliada, como clama su propia historia como hija del que fuera último jefe de Gobierno de la II República, Santiago Casares Quiroga, y como se rescata del libro de María Lopo «Cartas no exilio», donde se recoge la correspondencia entre la actriz y su padre durante los años 1946 y 1949.

Mujer destacada de la escena francesa por su trabajo incansable, miembro de la Comedie Française y poseedora del título de La Legion de Honor, entre otras muchas distinciones, cada mes de marzo la escena gallega le brinda un especial recuerdo con la celebración de los Premios Maria Casares y que organiza la Asociación de Actores y Actrices de Galicia (AAAG). Fue en 1996 cuando María Casares accedió a que estos galardones de teatro llevasen su nombre y, como si de un sino permanente que la acompañaba se tratase, falleció antes de la primera edición quedando truncada una vez más la posibilidad de regresar a su país natal –que no pisó nunca más después de trasladarse siendo niña a Madrid-. No obstante, Maria Casares nunca perdió su acento, ni de recuperar su imaginario gallego montando entre otras, las «Comedias Bárbaras» y «Divinas Palabras», de Valle-Inclán, tanto en español como en francés.

No perder el acento ni la lengua es lo que de alguna manera mandó el 23 de marzo durante la celebración de la gala de los XV Premios Maria Casares el actor Avelino González en el Teatro Rosalía de A Coruña. Ganador del premio a la mejor adaptación por «Un cranio furado», de Producións Teatrais Excéntricas, González recordó Irlanda y su deseo de no dejar de hacer cosas en su idioma, el gallego. Dirigida por Quico Cadaval, «Un cranio furado» es un acercamiento al texto «A skull in Connemara» del autor del irlandés Martin McDonagh y fue además la ganadora de la noche con cinco galardones, entre los que se encontraba el de mejor espectáculo.

La dirección en femenino estuvo de enhorabuena con el premio que recogió Marta Pazos por su trabajo a la cabeza de la compañía Voadora con el espectáculo «Super8». Entre las mujeres premiadas, destacaron también Iolanda Muíños como mejor actriz por la comedia de Jose Luis Prieto «Life is a paripé», de la compañía Obras públicas y Marta Ríos, como actriz secundaria en el espectáculo «Volpone», de Talía Teatro.

Reivindicación, defensa y dignificación de la profesión acompañaron esta fiesta del teatro gallego en estos tiempos de rasca y recortes. Así, en el discurso del presidente de la asociación de Actores y Actrices de Galicia, Antón Durán «Morris» volvió a clamarse y reclamarse el papel fundamental del teatro como pieza fundamental de la historia de Galicia, la necesidad de no amparar la política cultural en los recortes y a advertirse del peligro de rebajar las subvenciones. Reclamaciones necesarias que han de repetirse una y otra vez hasta que los oídos sangren, la política sangre y el exilio de la cultura, como el del teatro, deje de ser permanente.

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