‘Los sueños de mi prima Aurelia’ es la pieza en la que Lorca estaba trabajando en el verano de 1936, cuando los infaustos sucesos le segaron la vida. Esta obra truncada, inscrita en la serie de crónicas granadinas de la que también forma parte Doña Rosita la soltera, posee fuertes resonancias autobiográficas: está ambientada en el año 1910 y uno de los personajes es un niño que se llama Federico García Lorca. Es un texto sugerente sobre la excitación y el consuelo que ofrecen la lectura y el teatro, los amores de ficción, la máscara, el sueño…
A raíz del centenario de la Residencia de Estudiantes, La Abadía inició un proceso «a fuego lento» a partir de este texto inacabado de Lorca y de otras piezas de su teatro inconcluso, tales como Dragón, Lola la comedianta y Posada. La primera etapa de este Taller de Exploración (TEX), conducido con gran entusiasmo por Miguel Cubero, tuvo lugar en octubre de 2010: durante tres semanas un grupo de actores se acercó a estos fragmentos, vistos en el contexto histórico y personal. En la primavera de 2011 llegamos a la segunda etapa del TEX: se presentó al público de La Abadía y de la Residencia una serie de «bocetos escénicos» a partir de los hallazgos del taller.
En vista del resultado y la buena acogida, se han dejado llevar de nuevo ― ya fuera del marco de laboratorio ― por estos Sueños lorquianos en los que, además de las obras mencionadas, resuenan ecos de los relatos La soñadora y Mazurka, el legendario teatro de La Barraca, su «autobiografía» escrita en marzo 1922 y su poesía. A través de melodías, estampas de época y recuerdos, nos sumergimos en la belleza y la fragilidad de lo inacabado, y en el retorno a la infancia que irónicamente coincide con el inesperado final.
